jul 272009
 

Hoy quisiera tocar un tema sobre el que hay muchos sobreentendidos, quizás demasiados; por eso es por lo que quiero tocarlo. El título ya dice cuál es mi posición, pero hablemos del tema.

Hacer ver que tenemos necesidad de traducir el título a los lectores –perdón por la  impertinencia– me permitirá ir explicando qué quiero decir. Se entiende comúnmente por techie aquella persona que muestra en su vida, no sólo profesional, una gran admiración por todo lo que es tecnológicamente adelantado. Esta admiración a menudo contiene una cierta dosis de fascinación infantil o  de fe ciega, llegando en casos a verdadera obsesión. El techie tiende a dar por sentado que si usamos lo que es más adelantado tecnológicamente el éxito está asegurado.

Se entiende comúnmente por techno-skeptic aquella persona que más bien desconfía de lo que la tecnología nos puede aportar, tendiendo a pensar que son sólo nuevas formas de presentar un mundo que siempre ha sido y seguirá siendo básicamente. Por lo tanto, el efecto de la tecnología sobre el futuro es más bien indiferente, irrelevante o neutro, como prefiramos expresarlo. En casos más extremos, estaríamos hablando directamente de tecnofobia, que ya no es una actitud neutra, sino claramente beligerante. El techno-skeptic tiene tendencia, por lo tanto, a confiar el éxito de las cosas que emprende en su propia capacidad y sentido común, ayudándose con la tecnología porque así se debe hacer, no porque esto pueda marcar la diferencia.

Hablemos de tecnología en general, aunque donde más lo podemos comprobar es ente los ordenadores o en  las Tecnologías de la Información y las Telecomunicaciones, por su ubicuidad. He dicho anteriormente que hay muchos sobreentendidos por lo que a esto se refiere. Básicamente lo que hay es mucha “pose” de estar a la moda, o mejor dicho, de acuerdo con lo que los anglosajones llaman Conventional Wisdom; que más que sabiduría convencional debemos entender “aquello en lo que la mayoría está de acuerdo”. Bien, si lo dice la mayoría alguna razón debe tener, pero recordemos que hace una temporada (antes de la crisis) la Conventional Wisdom decía que había que comprar CDO y otros productos financieros derivados, y ahora los mismos que creaban opinión en aquel sentido nos explican que en realidad nadie comprendía bien la naturaleza de aquellos productos. Estaría bien, por lo tanto, que nos acostumbremos a ser valientes y a pensar las cosas por nosotros mismos, no vaya a ser que nos hagan tirar el carro por el pedregal (gracias crisis!).

Como con lo que he dicho me parece que ya se me entiende bastante bien, iré concluyendo, pero dejadme matizar algo más: en etapas pasadas de mi vida profesional viví alguna experiencia ilustrativa de dónde nos puede llevar la actitud techie. Empresa de grandes ordenadores que antes de que se popularice el “www” y el mail asociado, que a todos nos ayuda, se dota de su propio sistema de mail interno (principios de la década de 1980) y de algunas herramientas potentes para tratar grandes cantidades de información y hacer number-crunching. Resultado: muchos directivos de nivel diverso dejan de interactuar eficazmente con el mundo real, como si el mundo estuviera detrás de la pantalla del terminal del ordenador. Una más reciente: año 1995 –no recuerdo la  fecha exacta–, un conocido mío se pasa la noche delante de El Corte Inglés para ser de los primeros en disponer del Windows 95: tenía mucha prisa por “disfrutar” de un sistema operativo de nefasta memoria; por qué?, no lo sé. Lo que sí sé es que en realidad si hubiera encontrado un bit o un byte bajando por la escalera no los habría identificado y mucho menos sabido distinguir.

Cosas parecidas podríamos decir de los que hoy en día nos hacen entender que está up-to-date porque llevan un iPhone, como si por este mero hecho ya… (y, por contra, los que no lo llevamos estamos “anticuados”, por supuesto). Pero cuidado, este iPhone (y demás gadgets competidores al respecto) puede hacer cosas muy interesantes por mucha gente, sobre todo de empresa. Otra cosa es que nos quedemos en la parte fashion del invento.

Y  ahora me estoy ya metiendo con los tecnoescépticos. También en la vida profesional he podido comprobar que no es neutro tener en la punta de los dedos la información cuantificada necesaria para tomar decisiones de un modo informado y, por lo tanto, responsable. Esto normalmente marca la diferencia, nos guste o no. Lo que pasa es que tener la  información “relevante” no es normalmente tan fácil como los techies nos querían hacer creer; hay que currar.

Pero, indiscutiblemente la  mayor parte de las veces, con esfuerzo está a nuestro alcance construir un sistema de información que merezca la pena y  nos ayude. Naturalmente, no tendríamos que volver a inventar la rueda cada vez; apoyarnos en plataformas de eficacia contrastada suele ayudar. Lo hemos dicho muchas veces, pero lo repetiré: en tiempos de crisis tener o no buena información cuantitativa a tiempo puede marcar la diferencia entre ser y no ser. Tenemos que invertir en TIC, no per se, sino de forma enfocada a resolver nuestras necesidades, no sólo a darle “vidilla” a los techies, que siempre estarán dispuestos a  vendernos esas maravillas que quizás no necesitamos.

Pero, cuidado, a menudo tenemos necesidad de más información de la que estamos dispuestos a reconocer, porque el progreso continuo también cansa, pero si no nos espabilamos i lo hace la competencia…

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
27/07/2009

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