jul 132010
 

Parece que esta primera fase de la crisis, las empresas y las familias la han pasado principalmente con medidas de restricción y recorte del gasto. Y la verdad, hemos sido muy poco originales. Si hay una cosa común en todas las empresas independientemente de su volumen, su sector de actividad o su estructura accionarial, es que todas han emprendido una reducción de los stocks y han revisado la utilización del “papel de  váter”. La primera medida es la que impulsó el director financiero una vez los bancos hubieron aplicado su nueva e inesperada política de sequía crediticia y que debía cuadrar la previsión de tesorería con la cartera de pedidos. La segunda medida (me sirve a  nivel de titular llamativo) es la integrante de una lista de gastos fijos como el tóner, la  gestoría, el teléfono, los seguros y el alquiler. Estos gastos nos han ayudado a equilibrar la explotación con las nuevas realidades económicas. ¡Cuánto dinero desperdiciado durante los últimos años!

Pero ahora estas medidas ya no hacen efecto. La reducción espartana de los gastos fijos ya no se puede “variabilizar” más y, pese a ello, vemos el deterioro constante de las marginalidades. ¿Dónde debemos focalizar ahora todo nuestro ingenio y nuestros esfuerzos? Pues una vez se han agotado las fuerzas internas sólo nos queda mirar hacia fuera, hacia el mercado. Cuando me refiero a mercado no me refiero a que es hora de que el departamento comercial actúe. Al contrario, éstos normalmente ya están haciendo su trabajo. Lo que hay que reclamar es que el resto de secciones (y afirmo, por muy sorprendente que pueda parecer, antes que nada el gerente) analicen qué pueden hacer para facilitar la venta de los productos/servicios de la empresa desde su puesto de trabajo por muy alejados que estén del cliente. ¿No son capaces todos aquellos empleados que llevan mucho tiempo participando en la empresa, para poder cuadrar el presupuesto del año suprimiendo gasto fijo suntuoso, de aportar cosas a nivel comercial? Si hemos sido capaces de rebajar los gastos de un 25% a un 40%, ¿no se pueden aportar nuevas ideas para mejorar el producto, nuevos segmentos de aplicaciones, metodologías para nuevas comercializaciones, marketing, vetas de mercado, procesos internos que favorezcan el producto/servicio o margen, etc.?; en definitiva, la diferenciación.

Si, en el caso de los gastos (a los que alguien llama (mal, por cierto) costes), había muchas acciones que se podían copiar de otras empresas, en las medidas de mercado esto no vale y las soluciones deben ser genuinas. Querer condicionar la salida de la situación de estancamiento con medidas de I+D me parece parcial, ya que no todas las empresas, bien por sector o bien por producto, tienen acceso a esta vía. Además, su rendimiento es a medio plazo, habiendo desembolsado dinero en inversiones, pero ninguna de las dos cosas entra en el vocabulario actual. Lo que sí tienen todas las empresas es la posibilidad de exprimir las ideas internas con el fin de mejorar la posición comercial de la organización, que son gratuitas y acostumbran a tener una aplicación y un rendimiento más a corto plazo. Ahora es necesario que aquellas reuniones, comités y grupos de trabajo creados para destruir gasto se reformulen para poder crear valor. La tarea es más dura y más incierta, pero seguro que merecerá la pena.

Manel Montal
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
13/07/2010

jun 262010
 

El mundo ha cambiado de forma muy significativa en los últimos años. Los avances tecnológicos, la globalización, la crisis, etc. han obligado a las empresas a enfrentarse a nuevos retos, de gran importancia y urgencia. En verdad, esos retos ya estaban presentes, si bien la dinámica económica y financiera vivida en los últimos años ha provocado que en muchos casos hubieran quedado en segundo plano.

En este nuevo mundo hemos visto cómo los consumidores nos hemos vuelto mucho más sensibles al precio. Indudablemente no obviamos la calidad, el servicio, etc., pero el precio ha ganado puntos en nuestra decisión de compra. ¿No es así en su caso o en el de personas de su alrededor? Si usted ve que las personas se comportan de esta forma, no dude en anticipar que esta presión llegará a su empresa en forma de una demanda de mejor precio por parte de sus clientes. Este factor también se ve favorecido, sin duda, por la sobreoferta que se produce en muchos mercados y que impulsa una guerra de precios en algunos sectores.

En esta situación muchas empresas se ven  obligadas a estudiar cómo pueden incrementar su competitividad, sin duda rebajando sus costes. Éste es un campo en el que muchas empresas nos piden ayuda como consultores especializados.

A menudo, cuando iniciamos este tipo de trabajo debemos analizar los costes actuales de la empresa y es en ese momento cuando podemos empezar a identificar una serie de aspectos que están contemplados por las empresas como gastos pero que no deberían ser considerados como costes imputables a un producto, servicio, cliente, etc. Voy a poner algunos ejemplos: sueldos por encima de coste de mercado, personas que mantenemos en la organización pero que no rinden lo que deberían, estructuras de personal sobredimensionadas, gastos personales de empresarios o familia imputados a la empresa, naves u otros bienes comprados y que en estos momentos están infrautilizados, exceso de capacidad de fábricas, etc. Debemos considerar que si estos gastos los repercutimos sobre nuestros costes y pretendemos a través de ellos poder evaluar si podemos llegar a un precio, que marca el mercado, o evaluar la rentabilidad de trabajar con un cliente, esto nos puede conducir a decisiones equivocadas.

Nuestro primer ejercicio en una empresa es intentar establecer una estructura de costes el máximo de competitiva y para ello debemos identificar todas aquellas ineficiencias o gastos no imputables a la actividad o a la operativa actual. Es entonces cuando mucha gente me pregunta: ¿y cómo los pago si no los cargo sobre los costes? La pregunta no está bien enfocada; el tema debería ser: ¿y cómo hago para que el cliente me los pague? Seguramente no puedo pretender que éste me los pague, en todo caso el cliente aceptará pagarme un precio de mercado competitivo en el que me gane un beneficio (ahora pequeñito dada la situación del mercado), con el que deberé intentar cubrir estos gastos.

Para tratar estos gastos no imputables siempre aconsejamos identificarlos en una cuenta de explotación y agruparlos en un apartado o centro de coste que no afecte el análisis del resultado de la actividad ordinaria. Esto nos debe dar la pauta de si la empresa es competitiva o no. Otro aspecto será decidir si la empresa puede soportar estos gastos o debe tomar decisiones para eliminar o posponer el impacto que le suponen. En ningún caso, podemos permitir que condicionen nuestra estrategia de precios o nos permitan evaluar erróneamente una oportunidad de mercado.

Evitemos que nuestros costes nos engañen, identifiquemos nuestras ineficiencias y no busquemos cómo traspasarlas al cliente; la solución es evitarlas o soportarlas si nuestros resultados lo permiten.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión
21/06/2010

jun 202010
 

Llevo tiempo introduciendo el concepto del DESAPRENDIZAJE en las charlas que tengo el placer de impartir. Me parece un aspecto clave para afrontar los retos que las personas y las empresas vivimos en estos momentos.

Es imprescindible que nos demos cuenta de que el mundo ha cambiado mucho, que nos habíamos acostumbrado a vivir en un entorno social y económico que probablemente no volverá a ser nunca igual. Habíamos visto cómo determinados trabajos y determinados negocios eran llevados a cabo por gente que venía de fuera de nuestro país, gente que a menudo hacía unos sacrificios por unos sueldos que nosotros ya no éramos capaces de  hacer.

Seguimos viendo cómo surgen empresas en países emergentes que triunfan, en diferentes sectores, a nivel mundial. Nosotros, en cambio, seguimos entre discursos de  compasión y de búsqueda de cuál será el nuevo sector en el que el país se tiene que especializar para salir adelante.

Quizás el problema es el modo que tenemos de plantearnos los retos. Nuestra cultura y  el entorno en el que hemos vivido nos han llevado a tener unas creencias, unos valores y, como consecuencia, adoptar un modo de ver las cosas y comportarnos que quizás ya no valen.

El que, de este país, se adapte mejor a este nuevo mundo será el que sea capaz de  DESAPRENDER más de prisa para valorar las cosas de un modo diferente y tomar decisiones diferentes sobre su vida y su empresa.

DA EL PRIMER PASO à IDENTIFICA QUÉ DEBES DESAPRENDER, QUÉ DEBE DESAPRENDDER TU EMPRESA.

José María Llauger
Gerente de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
Editorial – InfoManagement – Junio 2010

jun 042010
 

Las empresas de alto crecimiento consideran la gestión estratégica como su principal factor clave de éxito para conseguirlo. Esta afirmación no es sólo subjetiva, sino que queda    recogida en un estudio reciente publicado que versa sobre la evolución de un segmento de empresas: las empresas gacela en Cataluña. Cuando hablamos de una empresa gacela nos referimos a una empresa que tiene crecimientos importantes de facturación sostenidos en el tiempo, mantienen niveles positivos de  resultados, actúa dentro del ámbito industrial y tiene una medida pyme. En los momentos actuales es una buena experiencia en la que cotillear. Aparte de la gestión estratégica también se apuntan otros factores importantes como impulsores del éxito (a pesar de que no tan coincidentes), como son las decisiones de inversión, las actividades de innovación, el binomio productividad y calidad, los recursos humanos y, en último lugar, la promoción de las actividades comerciales.

Del listado de empresas que reúnen estas características conocemos algunas desde la  vertiente profesional del trabajo diario y otras desde la perspectiva comercial. Con este bagaje querría profundizar de un modo más subjetivo en cómo he percibido esta gestión estratégica dentro de estas empresas.

En primer término han escogido (mediante la intuición, el razonamiento o la suerte) una buena estrategia. Normalmente esta idoneidad va ligada a la explotación de un nicho de  mercado que de un modo sorprendente aun quedaba por explotar en el mercado.

En ningún caso el concepto de gestión estratégica está ligado a la formalización documental que llena con volumen las estanterías. Al contrario, las formalizaciones de los objetivos generales de empresa y las estrategias para conseguirlos es muy bajo, pero con la  gran virtud de que contiene la información esencial, necesaria y concentrada.

Otro punto importante es que la gestión estratégica no se centra en una isla situada en lo más alto de la cúspide jerárquica. La información referente a las estrategias es conocida por el personal de dirección y, en diferente grado, por el resto de los trabajadores. Sin haber una transparencia absoluta en todos los niveles, no hay miedo a comunicar los objetivos de la empresa ni el modo de conseguirlos.

La  mayor parte de  les empresas siguen y revisan un número reducido de datos que han planificado como importantes. Hay una necesidad de cuantificar parámetros (normalmente no financieros) que ayudan a  conocer la evolución real de la empresa.

De la experiencia sobre las empresas gacela, todas, en menor o mayor medida, incorporan estos puntos dentro de su gestión. En la situación económica actual, es una pena conocer estos puntos fuertes y saber que no son generalizables, que no son de implantación indiscriminada, que no se pueden implantar como solución cut and paste en todas las empresas, ni que, por supuesto, las administraciones públicas pueden incidir en ellas (puesto que lo estropearían). Este tipo de  gestión fuerte, dirigida y con resultados sólo puede salir de la  misma empresa, que es lo que han conseguido un club reducido de empresas.

Lo que para mí sigue siendo un misterio es por qué bautizaron con el adjetivo de  “gacela” a este tipo de empresas, puesto que, para mí, la imagen mental que tengo de este animal es que siempre está corriente por la sabana perseguido por un león o un guepardo y  no creo que sea lo que quisieron transmitir. Más bien lo contrario; quizás los autores conocían aquel dicho africano, tan aplicable en los tiempos actuales que dice que para sobrevivir no es necesario ser más rápido que el león sino simplemente no ser el más lento del grupo.

Manel Montal
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
04/06/2010

may 082010
 

Hoy, en las empresas, la negociación es constante. Se negocia con proveedores, clientes, bancos, empleados, etc. Evidentemente los motivos de las negociaciones son muy distintos según la situación de la empresa.

Me quiero referir en estas líneas a la negociación que impera en los momentos de crisis de una empresa. Estas gestiones también implicarán a los actores antes nombrados. Podemos requerir negociar con proveedores para pactar unas condiciones más competitivas o para aplazar un vencimiento; con los clientes para cerrar un pedido, para adecuar sus condicions o para cobrar un importe vencido; con los bancos para conseguir nuevas líneas de financiación o para renegociar el vencimiento de las actuales; y con los empleados para modificar las condiciones de trabajo, incluidas las salariales, o para realizar reorganizaciones o reestructuraciones. Estos son sólo algunos ejemplos de negoaciaciones en una empresa en momentos de crisis.

La persona que debe afrontar estas negociaciones, a menudo el gerente, si cabe apoyado por alguien interno o externo, requiere tener claros una serie de preceptos: cuál es su plan o la razón que justifica su postura, y saber exponerlo con suficiente claridad, transparencia y tranquilidad, sobre todo mental. En el fondo deberá ser capaz de generar confianza en su postura. Esta confianza se puede ver rápidamente truncada si se observa que no están suficiente bien planteados los fundamentos de la negociación, si se duda o no se responde con suficiente prontitud a las dudas planteadas por la otra parte o si se aprecia que el negociador se encuentra superado por el día a día o por las circunstancias y tiene demasiada prisa por cerrar el acuerdo.

Recuerden: es momento de negociar y no cualquiera debería hacerlo ni de cualquier forma. Sepan identificar este proceso como clave para la evolución de su empresa.

José María Llauger
Gerente de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
Editorial – InfoManagement – Abril-Mayo 2010

abr 252010
 

No deja de fascinarme que se sigan buscando salvadores para toda clase de dificultades cuando las circunstancias se vuelven turbias. Parece una constante de la naturaleza humana: “ahora sí”,”éste lo arreglará”, etc. Frases o pensamientos de este estilo abundan. Cada vez lo decimos menos alto y claro porque ya no está demasiado bien visto, pero la esperanza secreta seguro que está. A lo mejor ni siquiera la verbalizamos, pero ahí está; si no, no se explica que se siga confiando el futuro a personajes que básicamente venden la seguridad de que ellos nos arreglarán todos nuestros problemas. Es una actitud muy arraigada en la condición humana: un ser superior, el que toque en cada caso, está en la base de todos los movimientos religiosos que la historia ha conocido y todavía practica. Pero cerremos este párrafo en el que ha salido el tema religioso, que quizás acabaríamos haciéndonos daño.

Todo es muy respetable, pero nuestras organizaciones no las harán progresar ni cirios a Lourdes ni profetas que conocen nuestro bien y nos dirán lo que debemos hacer. Será algo más molesto porque no nos libraremos de poner nosotros mismos una gran cantidad de esfuerzo. Nos tendremos que deshacer de actitudes profundamente arraigadas en nuestra cultura, que vienen de donde vienen y no podemos negarlo. Quizás podemos salvar algo si nos quedamos con aquello de: “A Dios rogando y cono el mazo dando”, con énfasis sobre todo en lo del “mazo”. Dicho esto, es obvio que es importante que las personas que llevamos a nuestra casa para que nos ayuden a salir adelante estén muy bien preparadas. Y muy importante que aporten ideas nuevas y rompedoras que nos hagan salir de la rutina.

Pero cuidado con los iluminados, sobre todo si son de la clase de que “lo saben todo”, porque para ellos sólo hay dos clases de profesionales: ellos mismos y el resto. Ellos están para guiar al resto de mortales, privados estos de todo discernimiento. Totalmente parece como si hubiera tres clases de especimenes: los que lo saben todo (o nos lo quieren hacer creer), los que en la práctica se creen que los primeros existen (saben muy poca cosa) y los más normales que sólo saben algunas cosas (pero éstas las saben).

En la práctica, “quién nos hará progresar” serán sólo los últimos: no lo sabrán todo, pero serán de los que ponen un humilde 5% de inspiración y un 95% de transpiración, mientras que los que lo saben todo están ocupados preparando nuestro próximo desastre y la masa mediana los sigue cómodamente. No pensemos que esto sólo se aplica en la política; en la dinámica de las empresas se da muy a menudo. Por ello, “quiénes nos harán progresar” seremos básicamente nosotros mismos, si no, no habrá progreso. ¿Cómo? En primer lugar, no dimitiendo de nuestras obligaciones y no dejándonos engatusar.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
25/04/2010

mar 282010
 

En los tiempos que corren es más importante que nunca hacerlo todo lo mejor posible. Ahora es cuestión de  supervivencia, no sólo de  mejorar el margen a  fin de  año. Ya  hemos insistido varias veces en ello, sobre todo haciendo énfasis en la necesidad de refinar o usar las herramientas que nos permitirán evitar errores y  ahorrar el tiempo de  los trabajos rutinarios, tiempo imprescindible para hacer frente a  las contingencias y los detalles que demanda una época como la  que nos ha tocado vivir.

Hoy lo plantearemos desde el lado de aquellos que tienen que ayudarnos a sacar adelante nuestra empresa, tirando del carro conjuntamente con nosotros. De  cómo gestionamos los recursos humanos que tenemos en nuestra casa dependerá seguro “cómo salimos de ésta” y probablemente “si salimos de ésta”. Siendo lo propio de los responsables “conseguir que las cosas se hagan con el concurso de otros”, nuestro trabajo básico es ayudarlos a hacerlo lo mejor posible. Muchas veces es más fácil estropear o  interferir, sobre todo cuando nos dedicamos a microsupervisar a nuestros colaboradores, centrándonos más en el cómo lo hacen que en el qué deben hacer, que es lo que importa.

Debemos fomentar un entorno de trabajo que permita superar obstáculos y  progresar y ser conscientes de que se progresa, porque es uno de los factores que más satisfacción produce, por encima del sueldo y de las palmaditas de reconocimiento en la espalda, que están bien si son justos.

Pero hace falta tener dos cosas en cuenta en la difícil situación actual:

  1. Ahora probablemente será insuficiente “ser un buen facilitador”. Estamos en unos momentos que requieren que alguien tome decisiones, precisamente cuando no están claras para nadie, y si hace falta que lo haga en solitario. Esta persona también debe comunicar estas decisiones y  marcar unos objetivos mayores. Porque el progreso hacia la consecución de estos objetivos sea mensurable se debe saber hacia dónde vamos.
  2. No todos nuestros colaboradores estarán por la labor. En este caso, como no podemos renunciar a los objetivos, tendremos que aplicar todas las medidas para obtener lo mejor de  cada uno; es lo mínimo que necesitamos. Si hay situaciones de  bloqueo no podemos renunciar a ninguna opción.

En cualquier caso, solos no lo haremos. Y la travesía del desierto, si es exitosa, nos puede hacer salir al otro lado fortalecidos y con un equipo más consolidado para las dificultades compartidas.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
28/03/2010

mar 082010
 

Os propongo un experimento muy simple: coged cualquier escrito que tengáis sobre la mesa. Acercad la nariz hasta tocar con ella el papel. Intentad leer. Seguramente seréis incapaces de hacerlo y si lo lográis, será después de mucho esfuerzo y consiguiendo una visión muy local.

¿Es posible que en las empresas pase lo mismo? ¿Quizás se está demasiado cerca del día a día, de los problemas, de los retos? ¿Es posible que esto haga perder oportunidades y pueda dificultar la toma de decisiones?

Sin duda éste es el problema de muchas empresas. Se encuentran ante situaciones muy complicadas y retos importantes, en un día a día lleno de urgencias. Esto dificulta al empresario analizar con suficiente objetividad el problema para plantearse las posibles vías de solución y emprender las acciones más adecuadas.

Indudablemente no siempre vamos a encontrar la solución perfecta ante un problema, pero, sin duda, el hecho de encontrarnos demasiado cerca de él puede dificultar el aproximarnos a esta solución.

Por lo tanto, os aliento a que toméis perspectiva ante los problemas, los retos o las oportunidades (según como queráis llamarlos). Os puedo asegurar que en mi día a día veo muchos de estos problemas en las empresas. Sin duda, si puedo ayudar en algo, es que soy capaz de analizar los problemas y aplicar los criterios desde una perspectiva más alejada y objetiva. Muchas veces eso lleva a plantear soluciones que aquel que se encuentra atrapado por un día a día lleno de problemáticas no contempla.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L
Editorial InfoManagement marzo 2010

feb 212010
 

Inicios de 2010 y esto continúa y para aquellos que tengan centrada la mayoría de su negocio en España, esto continuará por bastante tiempo, con la lógica excepción de ciertos sectores.

Oímos a los políticos y los medios de comunicación hablar de la crisis. A veces nos sorprenden las noticias, casi nunca en positivo. Normalmente se centran en repetirnos el número de empresas que cierran, las personas que han sido despedidas, las consecuencias más trágicas de la crisis para muchos, etc.

En este entorno muchas personas siguen luchando en muchas empresas. Me quiero centrar especialmente en ellas. Soy consciente de que estas personas pueden no ser  el 100% de la plantilla de la empresa. Especialmente en estas épocas, se notan diferentes grados de implicación y de compromiso. Sabemos, los líderes de las empresas, que debemos implicar a todos, pero también somos conscientes de lo difícil que resulta.

Debemos ser conscientes de que la crisis tiene un factor humano especialmente relevante y complicado para los máximos responsables de las empresas y para el resto del personal. Estamos sometidos a mucha presión externa e interna. Estos efectos serán especialmente graves, lógicamente, en aquellas personas que estén verdaderamente implicadas y que deben ser claves para la sostenibilidad de las empresas. En este sentido me permito unos consejos:

  • Centraos en aquellos que están especialmente implicados. Agradeced su implicación. Demostrad este agradecimiento. Comunicaos a menudo con ellos.
  • Respecto a los no implicados. Sabed diferenciar entre aquellos que difícilmente se sumarán al tren y aquellos que pueden implicarse más. Los primeros muchas veces son casos antiguos en la empresa. Que estos casos no os saquen de vuestras casillas; sed conscientes y, si podéis, tomad decisiones. Sobre todo aseguraos de que estos no desmotiven al resto del personal. Centraos en sumar al máximo de personas al tren de la implicación, sin querer que todo el mundo suba.
  • Destacad los datos positivos en la empresa. Los pequeños éxitos que antes hubierais obviado. Quizás el cobrar aquella cantidad, no muy importante, de aquel cliente que se había retrasado considerablemente y que algún empleado ha perseguido con ahínco. Que noten vuestros empleados que apreciáis estos pequeños éxitos del día. Muchas veces estos serán los que forjarán la supervivencia.
  • En los momentos más duros, encontrad un momento para el buen humor. Si puede ser, la risa conjunta con varias personas de vuestro equipo. Lograremos un momento de relajación y un poco más de energía.
  • Cuidaos especialmente vosotros. No sois máquinas perfectas. El estrés es inevitable pero debemos saber controlarlo dentro de unos límites adecuados. No os presionéis más de lo que ya lo hace la situación. Buscad la posibilidad de despejar la cabeza de los problemas de la empresa.

En definitiva, resulta de vital importancia dentro de las empresas no generar un clima de tensión permanente. Por muy mal que lo estemos pasando este clima no ayudará ni a los que deben tomar las decisiones ni a aquellos que deben ejecutarlas. No ignoremos este tema, de ello dependerá que personas claves para el futuro de nuestra empresa rindan a un alto nivel y no se sumerjan en una crisis personal.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión
21/02/2010

feb 202010
 

La fuerza de las empresas se podría valorar de diferentes formas: su cuenta de explotación, sus recursos, el grado de motivación del personal, las perspectivas de futuro, etc.

Es evidente que en el entorno actual mucha de esas fuentes de energía no pasan por su mejor momento. Casi todas debido a que se hallan directamente correlacionadas con la coyuntura económica. Es por este motivo que quizás la fuerza que más debemos cuidar es la fuerza de las personas, su motivación, energía, compromiso, etc.

Obviamente las personas también estamos afectadas por la crisis económica, monetariamente y/o psicológicamente. Ahora bien, debemos también tener la capacidad de seguir ilusionándonos y marcándonos retos incluso en las situaciones más complejas. Sin esta capacidad nuestras fuerzas se consumen y también las de nuestra empresa.

Sepamos evaluar la situación de nuestro personal y potenciar al máximo la fuerza que éste nos debe aportar.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L
Febrero 2010

ene 252010
 

Cuando tenemos la necesidad de contratar a alguien para ocupar un puesto de responsabilidad para nuestra organización, sabemos que entramos en un terreno peligroso, porque su gestión puede comprometer recursos importantes. Por cierto, quien esté convencido de que en una selección todo se basa en la  suerte, en aquello del trial and error, no hace falta que siga leyendo: aquí damos por supuesto que el método, y sobretodo el planteamiento previo, desempeñan una papel muy importante (sin querer ser precisos, como mínimo el 60%) y que el resto puede ser suerte y, por lo tanto, necesidad de repetir si no se acierta.

Nos circunscribimos en este artículo a puestos ocupados por managers, entendidos como aquellas personas cuyo objetivo podríamos definir como: “Hacer que las cosas pasen o se hagan” y  que, por ello, no tendrán más remedio que gestionar recursos humanos, materiales y técnicos. O sea, que no lo podrán hacer solos. Es indiferente, por lo que aquí nos importa, que estemos hablando de nuevos puestos que salgan en nuestra organización o de cubrir la baja de un manager que nos deja. Y tampoco hay demasiada diferencia si se trata de  un alto directivo o de un puesto intermedio; la diferencia radica en el nivel de  riesgo asumido, no en los componentes.

Si nos limitamos a meter en la cazuela donde se cuecen los requisitos lo que  llaman perfil (que sea una persona técnicamente competente, pero sobretodo capaz de meter mano a los subordinados y ambiciosa económicamente), es más que probable que obtengamos este resultado. Pero la estadística de la  naturaleza humana nos puede recordar muy pronto que la nueva contratación persigue “sus fines” y que, por ello, no le tiembla la mano, como se esperaba de él por otra parte. El problema es descubrir que “sus fines” no son nuestros objetivos. Y es que a veces somos incapaces de comprender otro esquema: parece un lugar común para muchos empresarios decir que “a los empleados sólo les importa el dinero” que cobran y las otras ventajas que se puedan medir en euros.

Por extraño que le pueda parecer a alguien, esto simplemente no es verdad. A partir de una compensación económica en línea con los valores aportados y  el mercado, la principal motivación no es el sueldo, en contra de lo que podría parecer intuitivamente: los estudios hechos al respeto que se publican en revistas especializadas dicen otra cosa. De hecho, lo que más motiva no es ni el reconocimiento, que es la otra cosa que la intuición nos dice cuando nos apartamos del dinero; lo primero es la percepción de que se hace un trabajo útil y  que las cosas avanzan.

De todo esto se deriva una primera cosa práctica: para motivar al personal que debe gestionar recursos y hacer que los resultados se obtengan lo mejor y  pronto posible debemos ser capaces de no impedir el progreso a base de cambiar los objetivos o retener los recursos necesarios. Otra conclusión es que tendríamos que atrever a buscar lo que realmente necesitamos: alguien que defienda nuestros intereses de forma genuina, por supuesto profesionalmente competente, pero honesto con nosotros y con sus subordinados y que tenga claro que debe conseguir que las cosas se hagan. Si no nos atrevemos a buscar esto, no hace falta que nos sorprendamos si no lo encontramos. Si lo buscamos es más probable que lo encontremos.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
25/01/2010

ene 202010
 

En el primero editorial del año quiero hacer un llamamiento a “MIRAR HACIA DELANTE”, a levantar la vista del día a día y de las urgencias que éste nos impone.

Estamos en momentos muy difíciles para muchas empresas y sectores, quizás los más difíciles en su corta o larga historia. Aún así debemos ser capaces de analizar la situación actual de la empresa y del mercado en la que se encuentra y forzarnos a proyectar los posibles escenarios futuros. Nadie nos asegura que estas proyecciones serán positivas ni fáciles de realizar; ahora bien, un empresario o gerente debe ir un paso por delante siempre intentando buscar un futuro para la empresa o planificando una salida a los problemas de la misma, por muy traumática que sea.

Pienso que tenemos ya suficiente experiencia en esto de la crisis. Ya nos hemos lamentado bastante. En este inicio de año deberemos preguntarnos: ¿Dispongo de un plan para mi empresa sólido y factible? ¿Seré capaz de liderar y ejecutar este plan? Si las respuestas a estas preguntas son “NO”, busque ayuda rápidamente, dentro o fuera de su empresa. Estas preguntas deben resolverse cuanto antes. De lo contrario, el tiempo y las oportunidades perdidas no se recuperarán.

Los empresarios o máximos dirigentes deben asegurar que la empresa se mantiene MIRANDO HACIA DELANTE.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L
Enero 2010

dic 152009
 

Ya hemos llegado a fin de año. Muchas personas siguen buscando lo que se ha conocido popularmente como “brotes verdes”. Algunos consideran cualquier dato económico, mínimamente bueno, como uno de estos brotes. Otros sólo hacen que ver nubarrones que no riegan precisamente esos brotes.

Pero, ¿estamos seguros de que buscamos adecuadamente estos brotes? No es cierto que para encontrar alguna cosa es preciso saber dónde buscarla. Parece que algunos esperan que ese “maná” caiga del cielo y cambie la situación drásticamente o que venga algún político disfrazado de Rey Mago y nos traiga una medida que haga florecer el campo. Quizás pase esto que algunos esperan, no lo sé. En todo caso, sé que habrá que resistir para poderlo ver.

En algunas empresas se empieza a notar como ciertas cosas cambian. Parece que el futuro se ve más verde. ¿Dónde está pasando esto? En aquellas empresas que han tomado decisiones, valientes en muchos casos, para hacer frente a las dificultades. Empresas de diferentes sectores, que se han visto perjudicadas por descensos de ventas, restricción del crédito, impagados, etc., como muchas otras, pero que han decidido tomar cartas en el asunto, marcando un plan para superar las dificultades y ejecutándolo (muchas veces sin los recursos deseados).

En conclusión, a la vista de lo que está pasando en nuestra economía entiendo que debemos pensar en nuestro jardín. Plantar nuestras semillas, regarlas y esperar que surjan estos brotes verdes, a pesar de las dificultades. Es la única forma de obtener un fruto a corto, medio o largo plazo que permita seguir alimentándonos mientras no llegan cambios globales más significativos.

¡¡¡No te quedes cruzado de brazos!!! ¡¡¡Haz crecer tus brotes verdes!!! Revisa si estás haciendo todo lo necesario en tu empresa para que esto pase.

El equipo de AICON os desea a todos unas FELICES FIESTAS y os manda un fuerte abrazo.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L
Diciembre 2009

dic 122009
 

Hay un buen puñado de empresas que actualmente tienen un problema doble: por un lado un viejo conocido de todos que es la coyuntura económica actual; y por otro, la gestión de los procesos de sucesión. Y si alguna vez ha habido un tiempo difícil para realizar una sucesión es ahora. Cuando me refiero a una sucesión me refiero no tan sólo a las que estaban planificadas y se tenían que implantar en un futuro próximo, sino también a aquellas empresas en las que hace poco se ha producido este relevo. Para evitar eufemismos me referiré normalmente a la figura del padre y del hijo, puesto que en el entorno PYME es el caso más extendido.

La  tentación de deshacer este proceso es alto y la posibilidad de que la antigua gerencia vuelva a coger el timón de la empresa se plantea como una posibilidad real en muchos casos.

Hay fuerzas internas en las empresas que juegan a favor de esta involución, como por ejemplo una parte de los trabajadores, posiblemente los más antiguos, los que han acompañado desde hace años al padre y que recuerdan los buenos años con añoranza. Estos grupos de  trabajadores son conscientes a través de los periódicos o las noticias que hay problemas generalizados, pero seguro que el padre sabría cómo hacerles frente.

Esta tentación puede ser alimentada por agentes externos como los accionistas. En función de  la  confianza  de las antiguas generaciones en las nuevas, el fiscalista de la casa y  el número ordinal en el que se encuentra el relevo generacional de la empresa (primero, segundo, tercero, etc.), la estructura accionarial de la empresa puede ser muy diversa. Lo que no cambia en ninguna de ellas es el interés que buscan, que es el rendimiento en sus acciones y  colocar a los más capacitados para lograr este hito.

También existe la vanidad del antiguo gestor de eternizar el trabajo que realizó durante tantos años. El sentimiento de pertenencia de la empresa siempre es fuerte especialmente en determinados estilos de  gestión.

Si cualquiera de estas fuerzas logra su objetivo y vuelve el antiguo gerente sólo se puede esperar que, si se consigue superar la situación actual con éxito, desaparezca le empresa a  medio plazo, puesto que se vincula la existencia de una persona a la de la empresa. El nuevo gerente jamás podrá aspirar a la sucesión de la empresa si a la primera de cambio se produce este tipo de relevo.

Entiendo que en estos momentos, una de las formas más sensatas de proceder sería la de mantener los planes de sucesión sin modificar ni una coma ni un timing de los previstos. No obstante, en un tiempo en el que la mayor parte de los referentes de gestión que todos teníamos en la mente se ha volatilizado, la experiencia de los antiguos gestores (muy basada en la intuición) puede ser importante si se suma y no se desplaza. Por lo tanto, el padre debería de mantener la confianza en el hijo tal y como estaba planificado; y el hijo tendía que escuchar los consejos del padre sin que esto provocase una intrusión en la gestión diaria de la empresa que pudiese mermar la credibilidad del nuevo gestor.

Manel Montal
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
03/12/2009

nov 262009
 

El General Prim, antes del inicio de la batalla de Los Castillejos, al final de la arenga previa a la batalla, dijo a sus soldados estas dos palabras: “O caja o faja”. Es decir, aludió únicamente a dos posibilidades: o muerte (caja de muertos o ataúd) o victoria (faja de general –banda de loa de honor–).

Aunque no me gustan para nada las referencias militares, entiendo que en estos días una reflexión como la que nos ocupa es del todo idónea.

Desde hace un año y medio, el conjunto de la sociedad, y la empresa en particular, llevamos haciendo un máster, no teórico, sino desgraciadamente muy práctico, en crisis económica.

Este otoño nos lleva a circular por el epicentro de esta situación y la reflexión que me ocupa es la de recoger los sentimientos que vamos almacenando por parte de la inmensa mayoría de los empresarios, que se pueden traducir en desencanto, desmotivación, dudas, impotencia, etc. Los descensos en ventas, descensos en resultados, entrar en pérdidas en muchos casos, falta de tesorería, falta de crédito por parte de las instituciones financieras, etc. alimentan los estados de ánimo antes referidos.

Entiendo que tener que afrontar la decisión en esta encrucijada no es fácil, pero sí es necesario. En una encrucijada, si no se sabe el camino, se debe poner en marcha la intuición personal. No obstante, es más aconsejable el abrir un foro en el que se manifiesten todos los puntos de vista y elementos objetivos para poder tomar el camino adecuado.

Es fundamental para vencer esta situación establecer no sólo un plan de ajuste de plantilla, costes, etc. como elemento de defensa, sino que es el momento oportuno para establecer un plan estratégico a 18/24 meses para posicionarnos en el nuevo escenario que se abrirá con una vuelta lenta a la normalidad.

Escenarios distintos, estrategias distintas. Y las estrategias deben diseñarse con elementos subjetivos y objetivos, para conseguir no sólo el vencer la época de crisis sino la de salir reforzados en la nueva andadura.

Josep Maria Mallafré
Socio director de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
26/11/2009

nov 202009
 

En una empresa siempre es necesario disponer de líderes que sean un ejemplo, que consigan aglutinar el esfuerzo y compromiso y que sepan desarrollar las habilidades del personal para tratar de alcanzar los desafíos que se le plantean.

Si siempre es necesario este tipo de perfiles en la organización, en épocas convulsas, como la actual, este papel es crítico. Empezando por el director general, gerente o empresario, pero, necesariamente, respaldado éste por otras personas, las empresas necesitamos de líderes.

Cuando se deben tomar decisiones de reducción de personal o cambios organizativos importantes es necesario tener en cuenta aquellas personas clave para la empresa, no únicamente desde el punto de vista del puesto que ocupan, sino también por su capacidad de dirigir al personal, motivarlo, aglutinar esfuerzos, etc.

Ante las dificultades creo en un liderazgo que da la cara, que es un ejemplo indiscutible, que sabe comunicar, escuchar, crear confianza y, también, sacar alguna que otra carcajada de un personal a menudo acongojado y metido en un día a día sombrío.

En las pymes el máximo responsable debe saber crear un equipo con estas capacidades, o de lo contrario, puede verse afectado por un sentimiento de soledad y falta de respaldo.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L
Noviembre 2009

oct 252009
 

El mes pasado, tras meterme con los políticos me faltó tiempo para meterme con nosotros mismos, con las cosas que realmente dependen de nuestra acción e iniciativa. Como se ve en el título, iré al grano y sin tapujos.

Pero antes, un paréntesis para los políticos: hemos perdido otro mes sin proponer un acuerdo entre todos; ¿hasta cuándo tendremos que esperar? “¿Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?”, clamaba Cicerón. Cerramos el paréntesis y dirijámonos a nosotros mismos: es un clásico decir que en tiempos de crisis hay que reforzar comercialmente y reducir costes. En épocas de no-crisis esto era una frase más bien académica que los entendidos contaban y que el común de los mortales no teníamos tiempo de ponderar, tan ocupados que estábamos con el fragor del día a día. Ahora todos lo tenemos claro: vender cada día es más difícil y no tenemos dinero para mantener unos costes más propios de otro ciclo.

Me gustaría hablar de la parte de los costes. Como todos sabemos, esto tiene dos derivadas:

  1. Controlarlos todos para reducirlos y eliminar los no estrictamente necesarios.
  2. Aumentar la  productividad, haciendo más cosas con el mismo dinero.

¿Y qué entendemos por esto último? Yo diría que tenemos claro el poner máquinas que hagan el trabajo rutinario y mecánico de las personas. Si bien en este momento todos nos preguntamos: ¿ahora quien se arriesga a invertir? Pero quizás habría que hacerlo.

Pero yo quería ir por otro lado: para mí, es una paradoja cada vez más difícil de entender que personas juiciosas, que tienen muy claro lo de las máquinas, cuando pasamos a las tareas administrativas y de control, les parece que ya está bien el minisistema informático que obliga a las personas que nos tendrían que ayudar a tirar del carro a perder el tiempo haciendo cosas cuando hoy en día ya sólo tendríamos que mirar el resultado, en lugar de producir datos.

Yo diría que no terminamos de creernos lo de la productividad. Si no, ¿cómo es posible que entendamos que debemos automatizar las plantas de producción (de  bienes) y no la producción de datos? Todas las empresas, aunque no sean “de producción”, producen información para que sus responsables puedan decidir qué hacer. ¿Hay algo más importante que saber qué hacer? No podemos pretender producir los datos con medios insuficientes; si se tratara de una planta de producción todos convendríamos en llevar el carro por el pedregal. ¿O es que no nos creemos que el personal que tenemos pueda hacer algo más por nosotros? Yo estoy seguro de que sí, que normalmente nuestros colaboradores ya tomarían decisiones más acertadas, si tuvieran la información para hacerlo, claro está. A veces sólo hay que usar las herramientas que ya tenemos; en estos casos el efecto multiplicador del tiempo invertido por alguien en ayudar a los demás a hacer un buen uso de la informática instalada no tiene precio.

Independientemente de lo que cada cual crea, para muchos puede ser la única posibilidad de salir por el otro lado de la crisis.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
25/10/2009

oct 202009
 

Puedo contestar de diferentes formas a esta pregunta. La primera, la que habitualmente se está haciendo en el mundo empresarial, nos ofrecería una respuesta como: “No puedo ser optimista debido a la bajada de las ventas, la reducción de los márgenes, la situación de los clientes o consumidores, la restricción del crédito comercial, etc.”

Si os fijáis en las razones que os he enumerado, y en muchas de las que se os pueden ocurrir, surgen fruto de compararlas con situaciones pasadas no muy lejanas en el tiempo. Por ejemplo, cuando afirmamos con respecto a las bajadas de ventas, lo hacemos en comparación con tiempos pretéritos. Un pasado marcado por un ciclo económico que nos había situado en niveles poco coherentes como resultado; en muchos sectores se había inflado la actividad, influyendo en el resto de la economía.

Con esta reflexión quiero resaltar cómo nuestras opiniones, juicios de valor, expectativas, sistemas de gestión y estados de ánimo siguen estando muy influenciados por situaciones del pasado; en muchas ocasiones, tomando como referencia niveles sobredimensionados.

Una segunda respuesta a la pregunta del enunciado es: “Puedo ser optimista en la situación actual siempre que seleccionemos adecuadamente las cosas en las que fijarnos en el pasado, ya que nos puede servir”; descubramos nuevas formas de gestionar, veamos más allá del día a día y de las dificultades que éste nos presenta y tomemos decisiones. Todo esto puede generar un nuevo círculo virtuoso en nuestros sentimientos, en nuestro entorno y, por supuesto, en nuestras empresas. Se nos agota el tiempo para los cambios.

Debemos pensar en la situación: los mercados no serán como anteriormente y eso no tiene porqué ser malo. Todavía deberemos sobrevivir un período con circunstancias similares a las actuales. ¿Qué sentido tiene torturarnos y no aprender a ser optimistas aprendiendo a analizar y gestionar afrontando los retos actuales?

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L
Octubre 2009

sep 222009
 

Ya hace tiempo que nuestra clase política nos cuenta que para salir de la crisis —la que no existía— es necesario cambiar de modelo productivo. No diré que no, es obvio lo del “ladrillo”, ¿pero cómo es que cuando esto funcionaba estos mismos políticos se dedicaban a recalificar para recaudar en lugar de detener el carro desbocado? El sentido común y la gente informada —no los llamemos expertos, que ya vemos cómo se acaba— nos dicen que un cambio de modelo requiere mucho tiempo. Y tenemos que salir adelante ahora, antes de un año para entendernos. Y el cambio de modelo productivo, unos fundamentos que deben sentarse desde ahora, no darán resultados tan pronto, por más cursos que hagamos a los parados aunque sean necesarios.

Acostumbrados como estamos a que hagan cosas inmediatas cuando se acercan las elecciones, estaría muy bien por una vez que empezaran haciendo actuaciones a largo plazo, las necesarias para el cambio de modelo. Si acaso que hagan cosas de las inmediatas, que parece que se les da mejor. Hay una de ellas que empieza a ser un clamor entre todas las personas con quienes hablo; sean del color político que sean, todo el mundo coincide que este batacazo conforma una situación de excepción que requiere medidas también excepcionales:

—Señor Presidente del Gobierno, ¿por qué no convoca de forma inmediata a todos los responsables de todos los partidos políticos para consensuar entre todos un plan de acción para hacer frente a la situación?

Tendría que ser una reunión con sólo una condición previa: no se desconvocará ni se dará por terminada hasta que no consensuemos entre todos un plan de acción. Tiene muchas ventajas: proporciona una foto inmediata (para todos), el Presidente ganaría credibilidad y no creo que hubiese ningún partido que osara decir que no asiste a dicha reunión, porque si la crisis es global es insensato pensar que un partido solo lo arreglará, y sobretodo la gente de este país; desde los emprendedores hasta los parados, recibiríamos el mensaje de que parece que están dispuestos a hacer lo que haga falta y se pueda. Para mí es incomprensible que todavía no se haya hecho. Ya sé que la influencia de esta tribuna es prácticamente nula, pero por si vale de algo aquí queda e invito a todo el mundo que piense igual que lo comente con quien se encuentre; quizá un día nos oigan.

Ahora que ya hemos practicado el deporte de meternos con los políticos, estaría bien que nos miráramos a nosotros mismos, que todos tenemos que empujar. Y mientras se cambia o no el modelo productivo y encontramos o no un modelo de negocio más adecuado para nuestra propia empresa, si tenemos una, lo que sí hace falta en cualquier caso y está al alcance de casi todo el mundo es mejorar la productividad, haciendo las cosas más inteligentemente, haciendo menos trabajos rutinarios, etc.

Tendré que dejar el tema que me gustaría comenzar el próximo mes; ahora me extendería y además mezclaríamos los temas.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
22/09/2009

sep 202009
 

Espero que las vacaciones os hayan ido muy bien a todos los que las hayáis podido disfrutar. Es importante recargar fuerzas siempre en estos períodos pero sin duda especialmente este año.

Muchos de vosotros os habréis reincorporado y constataréis que no muchas cosas han cambiado. Las noticias siguen hablando de crisis. Nos bombardean con datos; la mayoría negativos, pero alguno positivo también hay. Las sensaciones varían según el sector, pero en general, nadie se atreve a pronunciarse de forma positiva y casi todos dudan sobre qué pasará.

Existe una gran incertidumbre, eso es cierto. Como también es cierto que si dudamos durante mucho tiempo y no tomamos decisiones es posible que la espera nos consuma.

He tenido la experiencia de empresas que han estado muy afectadas por la crisis y han tomado decisiones valientes, sin duda difíciles, algunas arriesgadas. Empezamos a ver cómo algunas de ellas están empezando a notar los resultados positivos de estas decisiones, que muchas veces han tenido que ir siendo revisadas.

La incertidumbre es cierta. Pero también es cierto que debemos ser capaces de gestionar y tomar decisiones en tiempos muy distintos a los anteriores. Ahora no podemos predecir claramente qué va a pasar. Sí podemos planificar acciones para intentar mejorar, controlar el resultado de estas acciones y revisar las decisiones para corregirlas.

Cuando estamos perdidos en medio de un camino podemos esperar que nos vengan a rescatar o empezar a andar, controlando el camino que seguimos y revisar si estamos en la dirección correcta. Desgraciadamente, empezar a andar no garantiza que logremos encontrar el camino, pero me resisto a confiar en que nos vengan a rescatar.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L
Setiembre 2009

jul 272009
 

Hoy quisiera tocar un tema sobre el que hay muchos sobreentendidos, quizás demasiados; por eso es por lo que quiero tocarlo. El título ya dice cuál es mi posición, pero hablemos del tema.

Hacer ver que tenemos necesidad de traducir el título a los lectores –perdón por la  impertinencia– me permitirá ir explicando qué quiero decir. Se entiende comúnmente por techie aquella persona que muestra en su vida, no sólo profesional, una gran admiración por todo lo que es tecnológicamente adelantado. Esta admiración a menudo contiene una cierta dosis de fascinación infantil o  de fe ciega, llegando en casos a verdadera obsesión. El techie tiende a dar por sentado que si usamos lo que es más adelantado tecnológicamente el éxito está asegurado.

Se entiende comúnmente por techno-skeptic aquella persona que más bien desconfía de lo que la tecnología nos puede aportar, tendiendo a pensar que son sólo nuevas formas de presentar un mundo que siempre ha sido y seguirá siendo básicamente. Por lo tanto, el efecto de la tecnología sobre el futuro es más bien indiferente, irrelevante o neutro, como prefiramos expresarlo. En casos más extremos, estaríamos hablando directamente de tecnofobia, que ya no es una actitud neutra, sino claramente beligerante. El techno-skeptic tiene tendencia, por lo tanto, a confiar el éxito de las cosas que emprende en su propia capacidad y sentido común, ayudándose con la tecnología porque así se debe hacer, no porque esto pueda marcar la diferencia.

Hablemos de tecnología en general, aunque donde más lo podemos comprobar es ente los ordenadores o en  las Tecnologías de la Información y las Telecomunicaciones, por su ubicuidad. He dicho anteriormente que hay muchos sobreentendidos por lo que a esto se refiere. Básicamente lo que hay es mucha “pose” de estar a la moda, o mejor dicho, de acuerdo con lo que los anglosajones llaman Conventional Wisdom; que más que sabiduría convencional debemos entender “aquello en lo que la mayoría está de acuerdo”. Bien, si lo dice la mayoría alguna razón debe tener, pero recordemos que hace una temporada (antes de la crisis) la Conventional Wisdom decía que había que comprar CDO y otros productos financieros derivados, y ahora los mismos que creaban opinión en aquel sentido nos explican que en realidad nadie comprendía bien la naturaleza de aquellos productos. Estaría bien, por lo tanto, que nos acostumbremos a ser valientes y a pensar las cosas por nosotros mismos, no vaya a ser que nos hagan tirar el carro por el pedregal (gracias crisis!).

Como con lo que he dicho me parece que ya se me entiende bastante bien, iré concluyendo, pero dejadme matizar algo más: en etapas pasadas de mi vida profesional viví alguna experiencia ilustrativa de dónde nos puede llevar la actitud techie. Empresa de grandes ordenadores que antes de que se popularice el “www” y el mail asociado, que a todos nos ayuda, se dota de su propio sistema de mail interno (principios de la década de 1980) y de algunas herramientas potentes para tratar grandes cantidades de información y hacer number-crunching. Resultado: muchos directivos de nivel diverso dejan de interactuar eficazmente con el mundo real, como si el mundo estuviera detrás de la pantalla del terminal del ordenador. Una más reciente: año 1995 –no recuerdo la  fecha exacta–, un conocido mío se pasa la noche delante de El Corte Inglés para ser de los primeros en disponer del Windows 95: tenía mucha prisa por “disfrutar” de un sistema operativo de nefasta memoria; por qué?, no lo sé. Lo que sí sé es que en realidad si hubiera encontrado un bit o un byte bajando por la escalera no los habría identificado y mucho menos sabido distinguir.

Cosas parecidas podríamos decir de los que hoy en día nos hacen entender que está up-to-date porque llevan un iPhone, como si por este mero hecho ya… (y, por contra, los que no lo llevamos estamos “anticuados”, por supuesto). Pero cuidado, este iPhone (y demás gadgets competidores al respecto) puede hacer cosas muy interesantes por mucha gente, sobre todo de empresa. Otra cosa es que nos quedemos en la parte fashion del invento.

Y  ahora me estoy ya metiendo con los tecnoescépticos. También en la vida profesional he podido comprobar que no es neutro tener en la punta de los dedos la información cuantificada necesaria para tomar decisiones de un modo informado y, por lo tanto, responsable. Esto normalmente marca la diferencia, nos guste o no. Lo que pasa es que tener la  información “relevante” no es normalmente tan fácil como los techies nos querían hacer creer; hay que currar.

Pero, indiscutiblemente la  mayor parte de las veces, con esfuerzo está a nuestro alcance construir un sistema de información que merezca la pena y  nos ayude. Naturalmente, no tendríamos que volver a inventar la rueda cada vez; apoyarnos en plataformas de eficacia contrastada suele ayudar. Lo hemos dicho muchas veces, pero lo repetiré: en tiempos de crisis tener o no buena información cuantitativa a tiempo puede marcar la diferencia entre ser y no ser. Tenemos que invertir en TIC, no per se, sino de forma enfocada a resolver nuestras necesidades, no sólo a darle “vidilla” a los techies, que siempre estarán dispuestos a  vendernos esas maravillas que quizás no necesitamos.

Pero, cuidado, a menudo tenemos necesidad de más información de la que estamos dispuestos a reconocer, porque el progreso continuo también cansa, pero si no nos espabilamos i lo hace la competencia…

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
27/07/2009

jul 202009
 

La situación que se vive en estos días en muchas empresas hace que se gestione esperando una reacción del mercado que provoque un cambio importante en la demanda o en las ventas. Muchos no se atreven a tomar decisiones de futuro. La razón que aducen es que con esta incertidumbre quién se arriesga. Eso reprime los cambios en aspectos que podrían llevar a mejorar en el mercado o internamente.

Como se comenta en un artículo, la incertidumbre se produce por la falta de control de parámetros que nos afectan. Anteriormente tampoco teníamos controlados muchos de estos parámetros, pero sabíamos que, más o menos, se moverían en unas tendencias. Ahora todo esto ha cambiado. Por ello, nosotros también debemos cambiar en nuestra forma de gestionar los retos y las problemáticas.

¿En septiembre qué? Pienso que en septiembre todo puede ir a mejor si aprendemos a gestionar en estas nuevas circunstancias y decidimos actuar proactivamente ante esta situación no controlada del entorno económico. No esperemos grandes salvadores ni indicios, eso que ahora llaman “brotes verdes”, que puedan reactivar la situación de la noche a la mañana. Nos debemos centrar en lo que nosotros podemos hacer antes de que sea demasiado tarde. Para ello aprovechemos el período vacacional para recargar nuestras baterías. Necesitaremos mucha energía, positiva sobre todo.

Buenas vacaciones.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L
Julio 2009

jun 232009
 

Las dificultades de una época como la presente son obvias para todo el mundo por lo crueles que son: amigos que se quedan sin trabajo, empresas con las que se tiene relación que entran en barrena, gente conocida que no llega a fin de mes… Los expertos nos cuentan que esto va a durar. Y cuando se ponen a hacer pronósticos también nos dicen que a raíz de todo ello se producirá una limpieza profunda –manera eufemística de explicarnos que muchas empresas palmarán– saliendo con éxito las que habían hecho los deberes o que no se habían atrevido más allá de lo prudente, imitando a los que se hacían de oro.

Al fin y al cabo debe de ser verdad. Pero como ponernos a analizar a qué grupo debemos pertenecer no cambiará lo que se ha hecho ni lo que se ha dejado de hacer, bien o mal, centrémonos en lo que tenemos en frente aquí y ahora, que es en la única cosa sobre la que podemos actuar. Porque además estamos afectados tanto si hemos hecho las cosas bien como si no.

Si algo positivo tiene una época de dificultades graves, de las de caja o faja, es que a  todos se nos aclaran las ideas, a veces quizás demasiado tarde, pero se nos aclaran de todos modos. Me refiero a que de todo un conjunto de cosas de la vida de las empresas que tradicionalmente se ha dicho son muy importantes, rápidamente unas cuantas han pasado a un segundo plano, frente de aquellas otras que son vitales, en el sentido literal de la palabra: un balance equilibrado, una estructura de deuda soportable, una tesorería previsible y manejable y unos costes controlados, todo esto soportado por una acción comercial que mantenga vivo el sistema.

A ordenar estos puntos vitales es a lo que me refiero con el título del artículo,  “tocando donde duele”. Esta frase, adquirida del diagnóstico médico de toda la vida, cuando el médico te preguntaba: “¿le duele aquí?”, tiene una primera vertiente que es acertar la zona dónde hay los problemas de verdad, haciendo lo que los entendidos llaman “foco”. Y normalmente hasta aquí casi todo el mundo llega, por lo obvio.

Pero el segundo paso de “tocar donde duele”, igualmente importante para poder salir adelante, implica cuantificar las situaciones, haciendo proyecciones en el futuro, para poder decidir el peso y el impacto de nuestras acciones puntuales sobre los diferentes elementos y así construir planes de viabilidad creíbles internamente. Y por lo tanto vendibles externamente. Por esta segunda parte del “tocar donde duele” a  muchas empresas de nuestro tejido económico les puede convenir ayuda externa.

Lógicamente los que nos dedicamos a la consultoría estaremos encantados de poder ayudar y la situación evidencia claramente nuestra responsabilidad.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
23/06/2009

jun 202009
 

Una mes más me dirijo a vosotros envueltos en un mercado convulso, en general, representado por una tarta que se ha hecho cada vez más pequeña de la que intentan subsistir un grupo de competidores.

Esta realidad de mercado nos obliga a plantearnos retos para conseguir la viabilidad y sostenibilidad de las empresas. En este sentido, todos debemos tener claro que si en el mercado hacemos lo mismo y del mismo modo que lo hacíamos antes, el hambre irá incrementando (simplemente por la reducción del volumen de esos mercados). Cabe planificar y poner en marcha acciones diferentes. Explorar oportunidades con clientes actuales o con nuevos clientes, reestudiar nuestra oferta para adecuarla a sus necesidades o para incluir nuevas propuestas de valor.

Ahora bien, muchas batallas de mercado se pierden internamente en la empresa. Muchas veces nos encontramos enfrascados en la gestión de problemáticas internas que consumen nuestro tiempo y, sobretodo, las fuerzas que debemos destinar a menesteres críticos para garantizar la supervivencia. Es tiempo de actuar, tomar decisiones, cambiar cosas, pero debemos reconocer que en muchos casos esto no es fácil, sobretodo porque estamos acostumbrados a una dinámica de mercado positiva y ahora empezar a actuar de otra forma externamente, pero también internamente, supone un reto crítico no se sabe cómo emprender.

Así pues, para luchar en el mercado no debemos demorar la toma de decisiones para superar o gestionar las problemáticas internas.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L
Junio 2009

may 272009
 

Históricamente las sinergias fruto de colaboraciones han funcionado muy bien en diferentes campos: en la universidad, la sanidad, etc. y no tanto en el mundo empresarial. Muchos empresarios han tenido recelos a la hora de encontrar líneas de colaboración con otras empresas y entidades, lo que es una importante característica limitadora de nuestro tejido empresarial.

Parece que esto sí lo están aprovechando empresas medianas y grandes. La  creación de colaboraciones que juntas han conseguido operaciones, como por ejemplo la compra de Spanair o grupos que ahora se pueden presentar a  concursos de proyectos ferroviarios, puertos, aeropuertos, etc. es una muy buena noticia. Desgraciadamente los ejemplos son muchos más reducidos a nivel de PIME.

En estos momentos de crisis, más que nunca se deben potenciar las sinergias. El tamaño del mercado se ha reducido y es necesario encontrar nuevas formas de lograr sacar adelante proyectos o simplemente de hacerse fuerte en el mercado tradicional.

No se puede ignorar que una colaboración entre empresas puede presentar problemáticas. Las malas experiencias parten, a menudo, de que en el momento inicial no se definieron adecuadamente los roles de cada parte en la  gestión del proyecto conjunto ni las reglas que debían guiar la gestión y las relaciones entre las partes. El empresario tiene que ser consciente, que deberá renunciar a aspectos que podían caracterizar su gestión para someterse a una forma de actuar más profesionalizada, en la que puedan interactuar y sumar diferentes puntos de vista e inquietudes.

Éste es el camino para encontrar las oportunidades de negocio, sobre todo en momentos de crisis. En nuestra actividad, estamos asistiendo a muchos casos en los que ayudamos a plantear las posibles sinergias y colaboraciones entre empresas o con inversores, para poder garantizar el presente y futuro de los proyectos empresariales.

Con las sinergias y colaboraciones sumamos recursos, esfuerzos, ideas y  opiniones de todos los que forman parte de un proyecto (equipo interno más equipo externo); juntos los objetivos serán mes fáciles de conseguir.

Adelante con las sinergias!

Àngel Gil
Director de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
27/05/2009

 Posted by at 11:02
may 202009
 

Hoy en día nos hartamos de oír que estamos en una época en la que las empresas deben cambiar e innovar para hacer frente a la difícil situación económica.

Muchas veces nos quejamos de las dificultades de introducir cambios significativos y de que nuestro personal reaccione para buscar nuevas oportunidades (nuevos clientes, introducir nueva oferta, mejorar procesos, etc.). ¿Pero dónde empieza el cambio? Debemos tener claro que el cambio empieza dentro de uno mismo. Muchas personas están comentando la crisis pero pocos están realmente cambiando para adaptarse y reaccionar ante esta nueva situación. Por cierto, creedme: esta crisis requiere de cambios profundos y dolorosos para sobrevivir a ella.

Se ha determinado que para que se dé el cambio en una persona, sus creencias deben variar y para que sus valores se modifiquen, y sólo entonces, sus comportamientos cambiarán. No debemos olvidar que una empresa es un conjunto de personas. Por lo tanto, para que la persona jurídica cambie deben cambiar sus componentes. ¿Empezando por dónde? Pues por donde se generan las principales creencias y valores en las empresas: por su dirección, que es la que tiene en su poder el cambiar mecanismos de gestión y dirección que deberán conducir, no sin dificultades, al cambio, a la superación de problemas y al aprovechamiento de oportunidades.

CAMBIO E INNOVACIÓN, ¡¡SÍ pero empezando por la DIRECCIÓN!!

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Mayo 2009

abr 232009
 

Desde finales del octubre del pasado año todos los artículos que he publicado han estado directamente relacionados con la  crisis.. El pasado mes me atreví a poner un horizonte temporal a la salida del túnel (ya se sabe que la ignorancia siempre ha sido atrevida). Ahora lo que digo es que personalmente no tocaré más el tema, al menos directamente. Aunque mi influencia sea infinitesimal, quizás nula, y es que soy de los que piensan que ya hemos hablado suficiente y demasiado. Naturalmente que por mi trabajo continuaré tocando temas que son de aplicación en tiempos de tormenta, pero también lo son en tiempos normales para no llegar a la tormenta.

Hoy querría esbozar un tema que quien me conozca podría pensar que va en sentido contrario de lo que siempre he defendido. Por ello haré una afirmación contundente: “Desde el punto de vista de la empresa, el trabajo en equipo y o/la colaboración entre diferentes unidades o departamentos sólo es un medio”. Como tal lo tenemos que poner en su contexto apropiado, y no es la  primera prioridad; el bien de la empresa lo es. No negaré que para todos los que trabajamos en una organización el trabajo en equipo y la buena armonía puede ser un fin en si mismo por aquello de que si debemos trabajar el 30% de  nuestra vida (en realidad el 50% de la vida consciente), vale la pena que lo hagamos del modo más satisfactorio posible.

Pero desde el punto de vista de la organización para la que trabajamos, normalmente una empresa, lo que cuenta de verdad es lograr los hitos señalados, y el primero de todos, aunque nadie lo haya explicitado, es la subsistencia y la viabilidad del proyecto. Cuando un análisis serio nos diga que los recursos clásicos del trabajo en equipo pueden requerir demasiados esfuerzos (tiempo y  dinero) en comparación con otra aproximación, más dictatorial si se quiere, debemos tener claro qué es lo primero..

No estoy postulando que en tiempo de tormenta nos debamos dejar de tonterías e idealismos; estoy diciendo que debemos ser eficaces. Ahora quizás más que nunca necesitaríamos trabajo en equipo y espíritu de colaboración. Pero si las urgencias amenazan y no tenemos ya una organización con cultura de trabajo en equipo, puede ser más eficaz ir directos y prepararnos para adquirir esta cultura que ahora tanto nos podría ayudar.

Tenemos que plantearnos siempre cuál es la manera más eficaz de enfocar un tema; si hay alternativas de trabajo directo que no incurren en los costes derivados del trabajo en equipo y los consensos inherentes, que consumen tiempo y energía, y que pueden determinar que la mejor opción sea otra.

Como las cosas bonitas nos gustan a todos, a veces estamos predispuestos a infravalorar los costes del trabajo en equipo, a pasar por alto que una oportunidad perdida en una acción directa es un coste de oportunidad y, en general, a  no hacer el ejercicio, siempre necesario, de valorar económicamente las diferentes opciones. Tenemos tendencia a sobrestimar el beneficio del trabajo en equipo; hay que ponerlo en números. No seamos rehenes de las ideas.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
23/04/2009

abr 092009
 

Este mes hemos realizado una selección de artículos externos que nos aportan unas reflexiones y enseñanzas muy interesantes en el marco de la situación económica actual. Leed con intensidad estos artículos; descubriréis buenos e interesantes mensajes. Yo he destacado los siguientes:

  • La valoración positiva del recorte de gastos en las empresas. No deja de sorprenderme cómo se valora negativamente el que una empresa haya tomado decisiones para reducir sus costes. Algunas de estas decisiones han sido traumáticas y resaltadas de forma peyorativa por el entorno de la empresa (clientes, proveedores, competidores, etc.). Para mí esto no tiene sentido. Estos recortes, cuando se producen a tiempo, posicionan a las empresas adecuadamente para asegurar su viabilidad en esta época y para crecer cuando se toque fondo.
  • El 95% de los impagos se recobran antes de los 180 días por la vía amistosa. Evidentemente, ésta es una de tantas estadísticas genéricas que actualmente se publican y que muchas veces varían mucho dependiendo del sector. Ahora bien, el mensaje que nos debe quedar es que una buena gestión del riesgo de clientes y de los incidentes de impago es clave para la salud financiera de la empresa. Actualmente estos deben ser procesos estratégicos dentro de las empresas y, como tales, revisados y optimizados.
  • El único activo estratégico: LOS CLIENTES. En situaciones con mercados en recesión es importante retener y saber gestionar al máximo los clientes. Éste puede ser un elemento diferenciador sostenible de nuestras empresas frente a otras muchas acciones comerciales que pueden ser fácilmente imitadas.
  • La adversidad nos debe servir de motivación adicional. Debemos crecernos ante la adversidad y motivarnos ante esas gestiones, quizás anteriormente no debidamente resaltadas, para encontrar fuerza para seguir hacia delante nosotros mismos y para alentar a nuestro equipo. Una gestión de éxito hoy puede ser, simplemente, renovar una póliza de crédito o reducir determinados costes.

Muchos de los parámetros y líneas de gestión anteriores hoy ya no sirven. Hay que volver a lo esencial, a lo importante: a una cultura del esfuerzo y de la humildad apreciando adecuadamente nuevos valores y culturas empresariales.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Abril 2009

mar 282009
 

A finales del pasado octubre dediqué el primer artículo a la crisis, aquella que en julio no existía según aquel experto, de quien deberemos decir “zapatero a tus zapatos”. Hemos vuelto sobre el mismo tema dos meses más, y Dios sabe cuántas veces más tocará hacerlo.

Ya hace tiempo que la gente de las empresas a quienes damos servicio de  consultoría tienen asumido que no tenemos ninguna bola de cristal que nos permita hacer una predicción sobre cuándo saldremos de esta, y nos ahorran el ponernos en el dilema de contestar lo que no podemos, ni nosotros ni nadie. De todos modos, sin entrar en predicciones, sí que haré unas constataciones que pueden darnos una idea sobre en qué punto debemos estar y que permitan deducir qué tendríamos que hacer si la asunción fuera correcta. Naturalmente sería más prudente callar y, cuando hubiera pasado todo, explicarlo, como dicen que hacen los economistas.

En octubre ya hacía tiempo que sabíamos que había una crisis, pero entonces ya habían pasado tantas cosas gordas en el mundo de las finanzas que ni los optimistas más recalcitrantes ni los mentirosos empedernidos eran capaces de negar la evidencia, aparte de que el problema ya se notaba muchísimo en  la economía real. Desde entonces no han hecho más que contarnos malas noticias, debidamente amplificadas por la gran capacidad de intercomunicación global del tiempo que nos ha tocado vivir. Las malas noticias y los malos augurios no han cesado, tanto en el mundo financiero como en el de la empresa real, que ha continuado deteriorándose, y lo que debe quedar por llegar.

Pero, aquí vienen las constataciones, a mí me parece que desde principios de marzo ya no oigo ningún mal agüero “financiero” que no nos esperáramos, porque nos lo habían anunciado, insinuado o dado pistas para poderlo divisar, como mínimo a grandes rasgos, evidentemente no en los detalles. Y esto en si, me parece una buena noticia. Os aseguro que no soy precisamente un “optimista del quince”, como dice la juventud. Dicho de otro modo, lo que tenía que  pasar en  las finanzas ya ha pasado y ya está todo el mundo enterado, ya nadie se asustará más. Es también una ventaja de este mundo tan interconectado, donde todo se sabe casi al momento. Quizás también hay una cierta saturación de malas noticias y ya no nos afectan tanto (gracias señores periodistas por saturarnos de malas noticias; hacen como de antídoto). Si esto fuera así, como yo lo percibo, que ya no son capaces de darnos más sustos financieros, querría decir que a partir de ahora las cosas pueden empezar a ir mejor en el mundo de las finanzas.

En el mundo de la economía real, las dificultades de las empresas, las listas del paro, etc. las cosas todavía seguirán estropeándose; tenemos mala inercia por una temporada. Pero ya no habría malos augurios financieros que retroalimentaran el deterioro. Y debemos decir también que el mundo interconectado también hará que las cosas se arreglen más deprisa que en pasadas crisis. Si bien cuando se arregle será más lento que al estropearse, y quizás es bueno que salgamos algo más prudentes, habiendo aprendido alguna lección.

¿Y cuándo? Yo me atrevería a decir que, de continuar como hasta ahora, el próximo mes de octubre ya estaremos todos convencidos de que la economía financiera efectivamente está en vías de mejorar. Probablemente tocaremos fondo en la economía real más o menos a fin de año. Y a partir de entonces sólo deberemos recuperarnos, contagiando la economía real a partir de la financiera, como ahora, pero a la inversa.

Con estas premisas, lo que toca es asegurar la subsistencia de los negocios que sean viables, tomando las medidas que ya hemos dicho otras veces:

  • Planes de contingencia económicos, simulaciones presupuestarias, etc. para identificar de qué podemos prescindir, para asegurar que llegamos a la  recuperación. (Todo el mundo debe colaborar; no es un problema sólo de los responsables de las finanzas). Tengamos en cuenta que a la  mayoría nos enseñaron a hacer crecer; ahora se trata del trabajo pesado de mirar el detalle. Ser atrevidos y hacer escenarios peores de los previstos.
  • Controlar la tesorería al milímetro.
  • Identificar qué cosas debemos preservar para no perder la identidad. Si el modelo de negocio es viable no se nos debe perder en la crisis.
  • No pensar sólo en cosas defensivas; la acción comercial bien planificada y orientada es más necesaria que nunca. La exploración de oportunidades de productos o servicios puede ser vital.
  • Ser claros y honestos con el personal. Si no podemos preservar todos los puestos de trabajo, al menos que los que sí queden sepan que se hace lo que hace falta, no sólo aprovechar circunstancias sólo para aligerar plantilla.
  • Dar ejemplo desde la dirección, prescindiendo de lujos innecesarios, quizás lógicos y bien vistos en otras circunstancias.

Todos sabemos que estas medidas son siempre necesarias, no sólo en tiempos de tormenta. Pero ahora pueden representar la diferencia entre la extinción o la supervivencia del negocio.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
28/03/2009

mar 202009
 

Hoy en día los que observamos las empresas con una visión externa que nos libra de su poderoso día a día, constatamos que una de las principales dificultades es desbloquear la mente de los que deben tomar las decisiones importantes. Te encuentras con que la incertidumbre y el miedo los tiene paralizados.

He podido constatar cómo alguna empresa ha tenido que cerrar porque claramente se han ido encerrando en sus dificultades sin tomar decisiones, cuando todavía eran posibles. Ha sido una lástima; hay muchas enfermedades que hay que coger a tiempo.

Nos encontramos en una situación de recesión económica pero en muchas empresas todavía se piensa y se gestiona como cuando el ciclo económico era positivo y los resultados se resienten.

Debemos repetirnos que tenemos que sacar adelante la empresa y para ello tendremos que empezar a cambiar cosas para hacer posible su viabilidad. Aunque las decisiones sean muchas veces difíciles. Si no sabemos cómo afrontarlas o necesitamos un empujón, busquemos ayuda, pero no dejemos pasar el tiempo.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Marzo 2009

feb 252009
 

Un paseo por los artículos de los diarios, las revistas periódicas y las tertulias más o menos informadas es siempre un ejercicio saludable, y yo diría que puede resultar optimista si uno pone buena voluntad y esfuerzo, pero sin lugar a dudas tiene una parte de deprimente. Mucho más deprimente si uno forma parte de aquel subconjunto de la humanidad que cree que hay gente que sabe cómo funcionan las cosas de verdad y, por tanto, piensa que, como diría el castizo: “el mando lo tiene todo previsto”. En este caso es mucho más deprimente porque pronto uno llega a la conclusión de que los que, hasta sólo hace un año miraban el mundo con aire de suficiencia, no es que no “lo tengan todo previsto”, sino que no tienen ni puñetera idea.

Parece que hay unas pocas cosas en las que hay un cierto consenso:

  1. La  situación en la que nos encontramos es debida a que para seguir haciendo negocios, alguien (el sistema financiero americano, básicamente) creó demanda donde de verdad no había, construyó castillos en el aire y se puso a vender humo, ganando mucho dinero mientras duró.
  2. Nadie  sabe cuál es la solución ni cuánto va a dura la crisis.
  3. La  economía de mercado no se pone en entredicho, si acaso una determinada manera de conducirla o más bien de no conducirla. Pasa como con la democracia: es el mejor sistema conocido, pero hay que mejorarlo.

Para los que quieran poner buena voluntad y esfuerzo, sobre todo esto último, momentáneamente se han acabado los tiempos de los despabilados que sólo hacen promesas y nada más. Cuando nos repongamos del choque volverá a contar el valor real, volverá a ser la hora de los que sean trabajadores, que pueden ser más optimistas que los que preferían explicarlo que hacerlo.

Pero volvamos al tema del artículo: ¿y mientras tanto los líderes dónde están? Si hablamos a nivel político, cuando miramos nuestros líderes para obtener respuestas, iniciativas, etc. el panorama es desolador. Sólo podemos esperar escoger la próxima vez, si es que hay dónde escoger, claro está, porque a veces parece que para liderar un partido político se tenga que hacer previamente un máster en estulticia o falsedad.

La  derecha, hasta hace poco defendía sin oposición “que el mercado, sin que nadie se meta, lo pone todo a su lugar…” y, momentáneamente, se ha quedado sin saber qué decir. Y necesitamos que todo el mundo aporte ideas. Pero que, encima, en lugar de hablar de lo que se habla en todos los puestos de trabajo, sean las oficinas de dirección, el taller o el mostrador de la tienda, se dediquen a ver si se hacen trampas entre ellos mismos y ¡a ver si se pueden tapar las vergüenzas…! ¡Como si no fuera ahora una ocasión brillante para demostrar que desde la barrera se tiene más perspectiva! De juzgado de guardia.

La  izquierda ya hace mucho tiempo que ha dimitido de sus obligaciones de  aportar ideas que contrasten con el discurso a menudo ultraliberal de la derecha. Cuando la economía iba bien, al menos eso nos decían, sólo hemos podido percibir de este lado un cierto acento al poner una red de seguridad más sólida debajo del sistema económico. Ya está bien, pero sería mejor si se hubieran atrevido a pensar por ellos mismos, proponiendo modelos alternativos a las ideas que todos habíamos aceptado como dogmas. Quizás se hubieran equivocado, pero les tendríamos más respeto. Tienen un problema de percepción de la realidad: por un lado, no se enteraron de que había una crisis -y en nuestro país, creativos y prolíficos como somos, teníamos dos con la del ladrillo- cuando incluso los niños de pecho lo saben bien y, por otro, parecen ignorar que están en política para aportar ideas, no sólo matices, aparte de gestionar bien y honestamente. Si no lo hicieron cuando se tenía que ser valiente porque estaba mal visto, que lo hagan ahora; si bien no tiene tanta gracia atreverse a citar a Keynes o a Galbraith, ahora lo hace incluso la revista Fortune.

Con respecto a los líderes de opinión, el panorama no es más edificante. Una cosa sí que es de agradecer, normalmente “los que sabían cómo iba el mundo” ahora son más humildes, incluso san Alan Greenspan admite que el sistema “had some bug” (tenía algún error). Haberlos, “haylos”, pero, “inasequibles al desaliento”, continúan diciendo que tenían razón antes y tienen razón ahora, pese a que no nos puedan explicar qué falla en el sistema o qué se  tendría que hacer en concreto. Sólo ayer por la mañana una tertuliana radiofónica madrugadora, no versada en economía según ella misma, hacía la reflexión que yendo todo como había ido, se había de regular algo, y no precisaba, lega en economía como ya se había confesado antes (no recuerdo su nombre, y me sabe mal; me cayó simpática, sólo decía cosas con sentido común). Lo inaudito del caso es que otro tertuliano, versado éste sí en economía, la  interpelaba en tono arrogante para que dijera qué regularía, qué regulaciones concretas pondría, etc. (de éste sí recuerdo el nombre, pero vamos a respetarle el sueño). Señor mío, usted es el economista, es a usted a quien atañe arrojar luz sobre los problemas manifiestos de la economía, sino ¿a qué se dedica usted, a preguntarnos a los que no saben? Es como si llevásemos el coche al taller y el mecánico se enfadara con nosotros porque no le sabemos decir qué falla, aunque sea obvio que no va nada bien. El tertuliano economista hacía un diagnóstico mucho más grave de la situación que ninguno de los otros, seguramente con conocimiento de causa; o quizás sin, si juzgamos por su sabiduría proverbial en no dar respuesta a problemas de su especialidad. ¡Ay estos economistas tan ilustres y creídos a veces!

O sea que no teníamos ni tantos líderes como nos querían hacer creer y  muchos menos de los que necesitamos. Pero sí que hay gente seria que trabaja para arrojar luz sobre los problemas que tenemos; sería injusto no reconocerlo. Mucho me temo que éstos no son los que ahora salen a explicarlo, pero ya saldrán cuando toque y espero que nos liberen de tanto charlatán ilustrado.

Mientras tanto nos tenemos a nosotros mismos. Y a los que les ha tocado estar en posiciones de responsabilidad en organizaciones y empresas están en una posición en la que la gente que les reporta mira para obtener respuestas, seguridad, ánimo y guía. Son los líderes locales y no pueden huir de ello. No nos preocupemos por no saber las respuestas que darían seguridad a nuestra gente. Quien nos las pide es lo suficientemente inteligente para saber lo que ya se ha dicho arriba, que nadie lo sabe demasiado bien y, por tanto, será condescendiente con nuestra ignorancia, pero no con nuestra inacción. Pero hay unas cuantas cosas que también sabemos, y es necesario que las subrayemos: la oportunidad para salir lo mejor posible es trabajar y trabajar bien, aportar valor de verdad (el humo tardará en volver a vender, las dificultades hacen que nos volvamos listos como compradores) y no conformarnos con el estado de las cosas, tenemos que innovar y mejorar todo lo que sea susceptible de ello. En tiempos de dificultad todo el mundo espabila; no nos quedemos parados.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
25/02/2009

feb 202009
 

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de leer una entrevista en un diario en el que un empresario sudamericano destacaba la capacidad que disponían los hombres de negocios de esas latitudes para afrontar una situación económica como la actual.

Él ya comentaba que ellos han aprendido a convivir en un entorno de falta de liquidez, con inestabilidad y con estados y entidades financieras complicando el panorama. Reflexionemos sobre la situación de hace algunos años en países sudamericanos (por ejemplo Argentina) y veremos ciertas similitudes.

En esta entrevista intentaba lanzar el mensaje de que, dada su experiencia en situaciones como la actual, no debemos esperar ayudas o cambios significativos que disparen el consumo o ayuden a financiarnos. Debemos aceptar que ésta es la situación y procurar establecer acciones para garantizar la sostenibilidad de la empresa en entornos tan complicados.

Os recomiendo que utilicemos la reflexión de este empresario como acicate para tomar decisiones sin esperar una radical mejora de las condiciones o, de lo contrario, habremos desperdiciado un tiempo precioso.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Febrero 2009

ene 252009
 

Realmente “la que está cayendo” significa en las empresas cómo navegar entre Escila y Caribdis, mientras el mar es sacudido por una fuerte tempestad. Recordemos que en la mitología griega existían dos monstruos que los dioses habían condenado a vigilar un estrecho, uno a cada lado y a una distancia de  un tiro de flecha, realmente un estrecho muy estrecho. Pasar por en medio se hace difícil, puesto que hay que evitar que el monstruo de muchas cabezas, Escila, no te devore si te acercas demasiado, pero tampoco hay que alejarse demasiado porque si lo hiciéramos, seríamos engullidos por Caribdis con su potente remolino que lo chupa todo.

Podríamos asimilar Caribdis a la contracción de la demanda y la prudencia extrema a la que la falta de actividad nos invita; o sea, los elementos consecuencia de cualquier crisis. Escila sería lo específico de esta crisis nuestra en particular, la pinchazo de la burbuja del mundo de la construcción, la crisis del crédito derivada de anteriores alegrías injustificables y la negación del sistema bancario a ejercer la función que le es propia (vender dinero). También lo sería la consiguiente falta de financiación para proyectos de lo contrario viables, financiación que nos ayudaría a huir de la no-actividad; el otro lado del estrecho de nuestra alegoría.

El mito, sin embargo, nos sugiere también una esperanza real: estamos en un estrecho; venimos de mar abierto y al otro lado de este estrecho tan difícil también hay mar abierto. Pero, igual que Ulises en la Odisea de Homero, no sabemos cuán largo es el estrecho, pero sabemos que es un estrecho. La humanidad y, por consecuencia, los consumidores y clientes no desaparecerán por esta crisis. Per tanto, al otro lado habrá actividad económica esperando a las empresas que hayan salido de ésta, o a las que se tengan que crear entonces para poder atender la demanda.

Parece que durante una temporada, incluido después de la crisis, se habrá acabado hacer dinero tan fácilmente como algunos hacían. Al otro lado del estrecho flotará lo que tenga valor en si mismo; será más difícil de engañar a la gente, lo que es una esperanza para quien aporte valor de verdad y que haya hecho los deberes. Entre las cosas que tienen valor, y que ahora tenemos que conservar y fortalecer, está el personal cualificado que tanto nos ha costado incorporar y formar, un modelo de negocio basado en el trabajo serio para resolver necesidades reales de los clientes, unos procesos eficaces para servir las necesidades del mercado y, lógicamente, una estructura de costes de acuerdo con los tiempos y las exigencias del modelo de negocio de cada uno.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
25/01/2009

ene 202009
 

A la vista del título de esta editorial alguien puede pensar que vivo en un mundo diferente; ¿quizás soy un extraterrestre? Creo que no, aunque si miro a mi alrededor muchas veces me pueda sentir como tal.

Todos sabemos lo complicado de los mercados nacionales e internacionales. Delante de este panorama que, sin duda, para la mayoría de las empresas no es nada fácil afrontar, debemos decidir si queremos tirar hacia delante o tirar la toalla. La segunda opción también existe y no tiene porque tener connotaciones peyorativas, a veces una decisión de este tipo a tiempo puede ser una gran decisión.

Ahora bien, me voy a dirigir a aquellos de vosotros que habéis decidido tirar hacia delante. Para lograr realizar el camino que os queda por hacer deberéis emprender muchos retos, tomar decisiones difíciles, gestionar problemáticas, apretar los dientes, etc. Todo ello requiere de un ingrediente básico: LA ILUSIÓN. Ésta parece un bien escaso en estos días y es obligación de todos los que lideramos empresas fomentarla. Sin ella, nosotros mismos y nuestros equipos iremos cayendo en un letargo peligrosísimo en momentos en los que es necesario reaccionar y tomar decisiones de forma rápida, efectiva y no exenta de riesgos.

¡¡¡Que reine la ILUSIÓN en este nuevo año!!!

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Enero 2009

 Posted by at 16:34
dic 202008
 

Problemas hoy en las empresas… muchos. Alguien pensará que me he quedado corto y dirá muchísimos. Otros pensarán, nada de problemas: oportunidades. Esta segunda interpretación no debe sólo ser planteada como una forma más optimista de describir una situación, hay que ver detrás la necesidad de plantear esa problemática como algo que debe afrontarse de forma proactiva.

Sin duda muchas veces el problema está en nosotros más que en la propia situación. El no tomar decisiones por, seguramente, diversas causas nos convierte en el punto débil que debemos solventar.

Sé que estoy haciendo está afirmación en momentos complicados en los que la coyuntura nos plantea situaciones sobre las que no podemos incidir todo lo que nos gustaría. Aún así quiero señalar la necesidad de que nos planteemos estas reflexiones: ¿no podríamos hacer algo más ante este problema? ¿por qué no lo hacemos? ¿no seremos nosotros parte de ese problema al no tomar medidas?

Además, hay que difundir esta actitud por toda la organización porque sino os vais a encontrar toda la mesa llena de situaciones por resolver y eso sí que será un verdadero problema, sobretodo si no queréis que os nominen como “bomberos” del año. Hay que fomentar que nuestro equipo humano detecte situaciones problemáticas y las mejore; ésa debe ser una cultura a todos los niveles.

El mensaje con el que acabo el año pretende ser una profunda y necesaria reflexión para estos días de fiestas, pero no me olvidaré de desearos en nombre de todo el equipo de AICON unas ¡¡¡FELICES FIESTAS!!!

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Diciembre 2009

dic 032008
 

Cuando hablamos de innovación, la mayoría de nosotros pensamos en el producto, la innovación tecnológica, etc. y casi nunca pensamos en el departamento comercial. Pues aquí también se puede innovar, y mucho.

Del mismo modo que tenemos que invertir más que nunca en I+D+I (Investigación + Desarrollo + Innovación) de productos, servicios, procesos productivos, etc., también lo podemos hacer en nuestros procesos de venta.

Innovando comercialmente también nos podemos diferenciar de nuestros competidores. Así podemos aplicar cambios en nuestros procesos para:

• Procurar que nuestros comerciales hagan más visitas que nunca, tanto a clientes actuales como a clientes potenciales.

• Mejorar la planificación de las visitas comerciales para que sean lo más efectivas posibles y se enfoquen al perfil de cliente deseado, adecuando el reparto de las tareas de prospección, mantenimiento y captación.

• Mejorar la implicación de todo el personal de la empresa en la consecución de los objetivos; si es posible, estableciendo sistemas de incentivos que recompensen la consecución de los objetivos, especialmente para el personal de los departamentos comerciales.

• Cambiar la forma en la que fijamos los objetivos. No son los mejores vendedores aquellos que facturan más; el mejor vendedor de la empresa será el que aporte más rentabilidad. Un buen sistema de costes para analizar la rentabilidad por comercial, cliente, etc. puede hacernos innovar en los sistemas de incentivos y comisiones para priorizar la rentabilidad con respecto a las ventas. Los ingresos del vendedor no deben tener ningún límite si se hace sobre rentabilidad real.

• Revisar la forma en la que se realizan los seguimientos de los objetivos comerciales. Establecer reuniones periódicas que permitan revisar los resultados obtenidos, compartir experiencias y revisar los planes de acción.

El departamento comercial debería ser el primero en ponerse en marcha en cuanto a sistemas innovadores; que esta área se convierta en el motor de las empresas para garantizar su sostenibilidad.

Àngel Gil
Director de AICON Consultores de Gestión
03/12/2008

nov 242008
 

El mes anterior ya dediqué mi tributo a la crisis, hablando de tiempo de  tormenta. El fondo del razonamiento pretendía decir que había que dedicarse a  las cosas que tienen valor de verdad, sin derrochar esfuerzos. Por eso querría volver a hablar de cosas que nos puedan ayudar a mejorar.

El título es uno de esos temas importantes, con los que los que nos hemos tenido que dedicar a ayudar a implantar ISO o montar sistemas de indicadores nos hemos topado y que, desafortunadamente, se terminan haciendo demasiado a menudo para cumplir el expediente, como si fueran una “maría”. Pero es importante; bien hecho puede constituir una herramienta valiosa para predecir qué crecimiento podemos esperar, aparte de corregir situaciones que se pueden salirse de madre si no las conocemos a tiempo.

El tema me lo sugirió una encuesta que llegó no hace demasiado a mi casa, una de aquellas de  una empresa a la que no tienes ganas de contestar (y que no contesté), empresa cuyo nombre no voy a mencionar. Pero me sorprendió gratamente ver que algunos van aprendiendo a preguntar qué importa realmente. (Bien, aún pueden mejorar algo, pero van por buen camino).

Es un tema que he comentado con mucha gente y la poca receptividad de los interlocutores siempre me ha sorprendido, quizás porque es demasiado simple, demasiado de acuerdo con el sentido común y que muchos empresarios dicen que ya hacen, aunque quizás sin método: el sistema del boca-oreja. ¡Pero ánimo, el mundo progresa! Alguna empresa de las importantes ya lo aplica en España.

Como yo no soy el inventor del método, sólo un firme convencido del mismo, con este artículo sólo pretendo dos cosas: a) poner a quien lo desconozca sobre la pista del artículo original, que aconsejo fervientemente a los interesados leer, b) resumir su contenido a los que les sea difícil acceder a él o quieran tener una idea de qué va, antes de decidirse a buscarlo.

Vamos por el punto a):

Título: “The One Number You Need tono Grow”, publicado en el número de  diciembre de  2003 de la Harvard Business Review. El autor es Frederick F. Reichheld, en aquel momento consultor de Bain Consultants.

Ahora toca el punto b): Resumen:

Antes de  entrar en materia debo decir que seré muy simplista, dejándome cosas importantes, pero es que no puedo ni quiero ser sustitutivo de la lectura del original, en el que se encuentra toda la riqueza de matices:

El método para saber lo que realmente nos interesa de nuestros clientes es hacer básicamente una pregunta:

“Es posible (o cuán probable es) que recomienden nuestra empresa o  marca a  un amigo o colega ?” (con una puntuación de 0 a 10, en la que 0 significa que no lo piensan hacer y 10 que seguro que lo harán).

Hasta aquí mero boca-oreja. Pero lo que el autor argumenta de forma interesante es qué hacer con las respuestas:

  1. Calcular el porcentaje de los que han contestado 9 o 10, que él llama Promotores.
  2. Calcular el porcentaje de los que han contestado de 0 a 6, que él llama Detractores.
  3. Restar los dos porcentajes para ver cuál es el ratio de Promotores Limpios, como medida probable de nuestra actual proyección de  crecer o de lo que parece que nos pasará si “Dios no lo remedia” o si no nos ponemos a trabajar.

Fijémonos que no habla de los que puntúan entre 6 y 9; dice que la  búsqueda muestra que son indiferentes a nuestros propósitos. Alienta a no asustarse con el número que salga si es bajo; parece que la media de una muestra de 400 empresas en el momento de hacer el artículo era de sólo 16%. Pero también dice que las empresas que pretenden “hacerlo bien” tienen que apuntar al 75% o más y expone ejemplos conocidos.

Espero que el artículo de Frederick F. Reichheld ayude alguien a hacer una encuesta de satisfacción de los clientes más simple, fácil de procesar y sobretodo con impacto de verdad en decisiones posteriores.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
24/11/2008

nov 202008
 

Durante muchos años hemos vivido un ciclo expansivo de la economía que ha hecho que muchas empresas impulsaran sus proyectos y crecieran. Esto ha llenado de orgullo a muchos empresarios y profesionales.

En un corto espacio de tiempo la situación económica ha cambiado de una forma brusca; la preocupación se ha extendido como la pólvora, conducida por una crisis financiera global que ha trasladado la crisis a prácticamente a todos los sectores.

¿Qué hacemos? ¿Nos lamentamos? Seguramente ya lo hemos hecho y probablemente más de lo necesario. Debemos pasar de preocuparnos a ocuparnos.

Muchas veces las empresas se han convertido para muchos en más que una forma de ganarse la vida; han sido un proyecto vital. Como casi todo lo que vale la pena en la vida, cuesta muchos esfuerzos. Quizás muchos se habían olvidado de la cultura del esfuerzo.

Estamos en una etapa de cambios duros que debemos afrontar con valentía para poder volver la vista atrás y contar cómo superamos esta crisis.

¡¡¡ES TIEMPO DE OCUPARSE!!!

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Noviembre 2008

 Posted by at 16:53
oct 272008
 

Como no podía ser de otro modo, se ha tenido que acabar pagando; lo pagaremos con los impuestos de todos, pero lo pagaremos. Y es que a los que en vez de finanzas estudiamos ingeniería o física nos contaron que lo del movimiento continuo era una utopía; ya se había visto con la locura de las “.com”, cuando algunos iluminados nos contaron que “no era necesario que las empresas tuvieran beneficios…”. Realmente los que no somos del oficio, que dificultades teníamos para entender la economía sin ingeniería financiera, no entendíamos nada de nada. Pero se ve que entonces, como ésta, no había nada que entender, aparte de que una buena pandilla en ese momento eran los reyes del mambo, pero hemos saliendo perjudicados todos, no sólo ellos. Mientras tanto aquí teníamos nuestra bomba de relojería particular con el boom de la construcción que, al acabarse, ha tenido a bien sincronizarse con la crisis financiera… Ahí es nada.

En realidad no pretendía hacer la crónica de la crisis, que está lo suficiente documentada, sino recordarme a mí y a todos los que tengan la paciencia de leer estas líneas, que el hecho de que el movimiento continuo no exista no significa que la física no sea de fiar. Ahora es la hora de las cosas que tienen un valor propio, porque, con más o menos lujos que ahora no nos podremos permitir, debemos continuar viviendo.

Recuerdo que en 1993, tras la borrachera de las Olimpiadas, Expos, etc. tuvo lugar un altibajo respetable y entonces descubrí las teorías Lean (“delgadas o aligeradas”). Era el momento de apretarse el cinturón y, por lo tanto, muy apropiado. Fui, como muchos otros, a cursillos sobre Lean Production y reflexioné sobre qué se debía de hacer SIEMPRE, pero que entonces en muchos casos era simple cuestión de supervivencia. Ahora pasa algo parecido; toca reforzar la sistemática de ventas, vender cosas con más valor añadido y tener los costes controlados. Siempre hay que hacerlo, lo que pasa es que antes en algunas empresas no era imprescindible. Además, ahora es del todo necesario que planifiquemos qué nos pasará a medio plazo en la explotación de nuestro negocio y, como han dejado el sistema financiero en un estado de todo menos financiero para nuestras necesidades, es necesario planificar la tesorería al pelo, podemos generar excedentes, pero debemos tener cash para hacer frente a los pagos, y nuestro banco quizás todavía no está dónde se suponía que debería de estar.

Una vez dichas las generalidades, quizás deberíamos recordar algunos de los principios de la Lean Production; parecen sandeces, pero no estará de más recordarlas, porque a veces actuamos dando por supuesto que como todo el mundo lo hace, o todo el mundo lo dice… Ya hemos visto cómo todas las mentes clarividentes nos contaban historias para no dormir… vamos a lo seguro:

-Se tienen que analizar los procesos

  • Suprimir lo que sea innecesario
  • Eliminar duplicidades
  • Automatizar (quizás informatizar) todo lo que se pueda (alguien diría que ahora no toca, que no hay dinero)

- Tenemos que adecuar las capacidades a las necesidades (sólo cobramos lo que vendemos, cuidado con mantener ocupada la planta porque las máquinas me han costado mucho dinero y dice el controller que…)

- No ocupar más metros cuadrados de los necesarios (los movimientos internos valen dinero)

- Tenemos que entrenar y formar el personal para que sea más productivo.

- Quizás subcontratar a especialistas para lo que nos cuesta mucho esfuerzo internamente y no sea un proceso clave.

- Etc. (la lista es larga y cada uno la debe completar en su casa)

Los japoneses hace años que lo predican con otras palabras, cuando dicen que se debe suprimir todo el que sea:

- MUDA:  Aquello que no añade ningún valor al producto, que es prescindible

- MURI: El que no tiene lógica o es complicado innecesariamente

- MURA:    Las irregularidades, los desajustas, cuellos de botella

Pero recordemos que ahora no es el momento de contar teorías, sino de aplicar lo que tiene sentido, sea por el método japonés, el Lean Management o el que más nos guste, pero tenemos que llegar al mismo lugar.

Hasta el mes que viene.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
27/10/2008

oct 202008
 

El sector de la consultoría nos da la posibilidad de conocer muchas empresas diferentes de diversos sectores. Más allá de problemáticas o necesidades muy concretas en todas ellas destaca la oportunidad de mejorar la gestión.

Por gestión entiendo tres procesos básicos dentro de la operativa de cualquier negocio: estratégicos, organizativos y de ejecución. Es necesario que las empresas sepamos dónde queremos ir, cuándo nos gustaría llegar y cómo; estas serían respuestas básicas de nuestros procesos estratégicos. Una vez definido lo anterior, es necesario que nos organicemos de forma adecuada para ser eficientes en los circuitos de gestión básicos y para poder realizar acciones que nos permitan alcanzar nuestros retos estratégicos. Pero ahí no acaba el camino, al contrario, empieza por ejecutar adecuadamente en esa dirección. Es ahí dónde necesitamos planificar, controlar y revisar adecuadamente nuestras acciones y nuestros recursos para asegurarnos de que avanzamos en la dirección oportuna y, de lo contrario, corregir.

Alguien podría pensar: “Ufffff, con el lío que tenemos hoy fruto de la situación económica sólo nos falta pensar en eso.” Sacaos ese pensamiento de encima porque si no sentiréis que más allá de avanzar en la resolución de vuestros problemas, éstos se acentúan más. En los momentos buenos, los procesos de crecimiento enmascaran muchos puntos débiles que ahora seguramente saldrán a la luz.

Mejorar en la gestión mejora costes, competitividad y te hace levantar la cabeza de los problemas del día a día para afrontarlos y superarlos.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Octubre 2008

sep 252008
 

En una época de crisis consultores que vemos las tripas de muchas empresas somos especialmente interpelados sobre la situación económica. No estoy hablando de términos macroeconómicos que llenan la boca de muchos sin que existan recetas ni soluciones demasiado efectivas, al menos por el momento, me refiero a la economía que tocamos y con la que tenemos que convivir la mayor parte de las empresas.

¿Y cómo ves José María a las empresas? Esta ha sido la pregunta que más he respondido durante estos días. Como miembro de diferentes Comités de Dirección y de Administración he podido constatar como el cambio del ciclo económico se ha notado especialmente en la reentrada de este curso. Esto provoca a menudo desconcierto y nerviosismo.

Realmente la situación está afectando a la mayor parte de nuestro tejido empresarial. ¿Y qué están haciendo las empresas para superar la crisis?

Evidentemente la respuesta a la pregunta anterior es diversa. En algunos casos creo que no la sabría responder, quizá diría que en algunos casos se profieren lamentaciones, quejas y poco más.

¿Y qué sugieres hacer tú? En primer lugar, como muchos me han oído decir, crear un plan, un escenario económico que garantice la sostenibilidad no sólo a nivel de explotación, que sin duda es un primer objetivo, pero también a nivel de tesorería.

¿Pero como hacerlo? Lograr un escenario positivo puede partir de dos premisas:

  • Incrementar las ventas o vender con mayor valor.
  • Reducir costes.

Mi recomendación sería no confiar como tabla de salvación únicamente en las ventas. Evidentemente, siempre debemos realizar acciones para incrementar la venta y, especialmente, si podemos aumentar nuestros márgenes. Ahora bien, ¿es esta una fórmula rápida y posibilista a corto plazo en vuestro sector? Si lo es no lo desaprovechéis.

Ahora bien, ¿no deberíamos procurar construir un escenario positivo de tesorería y de explotación apoyándonos únicamente en una proyección de las ventas en base a los clientes actuales y los proyectos ya maduros? En momentos como el actual me gustaría evitar escenarios de sostenibilidad de empresa que se basan en comunicar a nuestra fuerza comercial que deben alcanzar una cifra de ventas necesariamente para sobrevivir. Me he encontrado en alguna reunión donde a todos nos daba la sensación de que se pretendían imposibles a corto plazo, transfiriendo unas inquietudes nada positivas a quienes nos deben hacer llegar los pedidos.

Un escenario conservador como el que propongo sin duda es más complicado de elaborar pero os aseguro de que también es muy enriquecedor. He tenido ocasión de liderar un proceso con varias empresas y nos hemos llevado todos, sorpresas de reducción de costes muy importantes. Me gusta plantear este proyecto haciendo participar a diferente personal de la empresa, sobretodo responsables. Que conozcan lo que gastan y tengan un objetivo de reducción, global o individualizado, y revisen los procesos organizativos y las opciones de compra o gasto hasta llegar al objetivo indicado.

Es muy importante que estos planes se trasladen a un presupuesto de explotación y tesorería que permita controlar las desviaciones. Así mismo, también es crítico disponer de información sobre rentabilidades de clientes, líneas de negocio, productos, familias, etc., es decir, aquello crítico para nuestro negocio y que provoca que incurramos en costes para realizar las ventas. En estos momentos es clave dedicar tiempos y esfuerzos en mejorar nuestra gestión para tomar decisiones adecuadas y hacer un seguimiento de los resultados de la misma.

Evidentemente, también me encuentro en situaciones en que no es posible encontrar un escenario de sostenibilidad únicamente confiando en la reducción de costes. En estos casos no queda más remedio de confiar en un escenario de ventas o en conseguir financiación adicional, nada fácil hoy en día.

En conclusión, es momento de confeccionar planes realistas. No mirar únicamente hacia fuera y lamentarnos. Mirar sobretodo hacia dentro. Identificar posibles mejoras, introducir mejoras en nuestra gestión. Realizar planes efectivos para ser el máximo de eficientes, es decir, reducir al máximo los costes para lograr los objetivos que se pretenden. Como se dice: “la necesidad agudiza el ingenio”. Creedme puede ser así, se trata de proponérselo. Algunos cambios pueden ser difíciles de plantear y, sobretodo, de ejecutar pero hay que tomar decisiones a tiempo para que no sea demasiado tarde.

José María Llauger
Gerente y director técnico de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
25/09/2008

sep 202008
 

Parece que la vuelta de las vacaciones ha sido entretenida. Espero que no os haya sorprendido y que os coja con los deberes hechos. Sé que no es fácil lo que digo y que, en realidad, siempre hay deberes que quedan por hacer.

La posición en la que nos encontramos los que nos dedicamos a la consultoría de negocios nos permite observar las empresas y su entorno con una perspectiva muchas veces diferente. Hoy en día constatamos, como todos vosotros, cómo se ha recrudecido la situación en la mayor parte de los sectores, algunos con mayor afectación que otros. En realidad, hemos venido viendo durante meses cómo la situación iba traspasándose entre sectores, empezando por aquellos más sensibles a mercados como el de la construcción.

La situación, ya lo sabéis, no es para bromear. Si consideráis que sólo habéis hecho cambios pequeños, seguro que todavía os queda hacer grandes cambios. No perdáis el tiempo, sed valientes. Cambiar es difícil pero puede ser mucho más difícil afrontar la situación si no lo hacéis. Creo que muchos de los problemas que nos afectan pueden solucionarse si los afrontamos a tiempo.

No nos quedemos perplejos… ¡¡¡DEBEMOS REACCIONAR!!!

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Setiembre 2008

jul 262008
 

A principios de año dedicamos un artículo a hablar sobre el dilema estrategia/ejecución. Acabábamos diciendo que se trataba de tener una estrategia para la ejecución, reafirmando que no hay ninguna organización que funcione bien sin seguir una estrategia, consciente o inconsciente, escrita o sobreentendida; al menos que nosotros sepamos. De alguna manera, en todo el artículo nos dedicamos a llevar la contraria a los que dicen que lo importante es trabajar bien y que el resto son tonterías para perder el tiempo.

Hoy, de algún modo, les daremos la razón a esos escépticos sin pretender desmentir lo dicho el 25 de marzo pasado, porque nos fijaremos en algunos detalles que se acostumbran a encontrar en las empresas que ejecutan la estrategia de forma eficaz. Estos ingredientes tienen mucho que ver con la manera de funcionar de las organizaciones y también con cómo están organizadas.

Kaplan y Norton indican acertadamente que en la base de su modelo del “Balanced Scorecard” se hallan la información y la cultura de empresa, además de los recursos humanos, que es cómo se acostumbra a despachar esta cuarta perspectiva del modelo. Lo que pasa es que a las organizaciones que funcionan, habiendo dedicado tiempo o no a formular un plan estratégico, se acostumbran a encontrar dos circunstancias: la primera es que la gente sabe qué puede decidir y qué no, y en este caso sabe a quién le corresponde la decisión; y la segunda es que la información sobre lo que se pretende (la estrategia y sus objetivos) y lo que pasa de verdad en los diferentes contextos, tanto internos como de interacción con el mercado, fluye libremente, sin que haya una causa que la monopoliza (y, por lo tanto, las otras la tengan distorsionada).

Lo de saber quién debe decidir qué tiene que ver con uno de los aspectos que tocamos a la hora de ayudar a organizar empresas, aquello que llamamos funciones y responsabilidades. Es muy común que esto funcione bien cuando la organización es joven, sin que nadie se haya dedicado a poner orden, porque al comienzo no hace falta, pero más tarde las cosas se complican. Al mismo tiempo que tocamos funciones y responsabilidades también se acostumbra a revisar el organigrama o estructura organizativa. Esto también es importante y frecuente en los lugares donde se funciona bien, aunque claramente por detrás de las dos circunstancias apuntadas antes.

O sea que si invertimos esfuerzos en organizarnos, pero no estamos dispuestos a que la gente pueda decidir cosas y sepa a qué atenerse en cuanto a capacidades de decisión y transparencia de lo que se pretende, no llegaremos demasiado lejos. Resumiendo, que tiene más incidencia en el buen funcionamiento el aspecto de la cultura de empresa que hace que se sepa quién puede decidir qué, y que no tengamos a la gente en Babia, que no los impecables organigramas que enseñamos a los visitantes.

¡Felices vacaciones!

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
26/07/2008

jul 202008
 

Muchos de nosotros llegamos al período vacacional que, por lo general, se centra en estos meses de verano con las pilas bastante justas. Es por este motivo que nos debemos conceder un período de relajación que nos permita recuperar fuerzas, especialmente este año en el que la convulsión en la mayoría de mercados puede habernos exigido más de lo habitual o quizás nos exigirá más en las post-vacaciones.

Ahora bien, pensando en un mes de agosto largo que muchos de nosotros no dedicamos por completo a las vacaciones, seguro que encontraremos unos momentos más sosegados para también reflexionar sobre nuestras empresas. Para que tenga una mejor calidad, esta reflexión deberá realizarse a la vuelta de las vacaciones.

Como por todos es sabido, llevamos varios años de una tendencia económica positiva que ha situado a muchas empresas en una buena posición de negocio o, al menos, de ventas. Debemos pensar en cómo afrontamos ahora una etapa económica diferente. En muchos momentos positivos quizá hemos pasado por alto algunos aspectos que sabíamos que debíamos gestionar mejor, pero no importaba tanto porque todo iba bastante bien. Ahora bien, quizá esta nueva etapa no nos permita ser tan laxos en nuestros planteamientos.

En un momento en el que se debe luchar mucho por las ventas y los márgenes y, aún así, no se consiguen las cotas deseadas, cabe poner más el acento en la mejora operativa. Debemos ser capaces de gestionarnos mejor; eso incluye ser capaces de analizar mejor las situaciones, de planificar acciones para mejorar, de establecer controles para evaluar la ejecución planificada y de revisar y analizar el resultado de todo ello para revisar la planificación inicial. No nos olvidemos de ninguno de estos pasos porque si no el CIRCULO VIRTUOSO se rompe.

En conclusión, en un momento en el que es difícil encontrar elementos que nos ayuden a progresar en el mercado a los niveles anteriores, busquemos mejorar creando un CIRCULO VIRTUOSO en la gestión.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Julio 2008

 Posted by at 17:25
jun 242008
 

Por lo tanto, esta mayor oferta y facilidad de usar universalmente herramientas informáticas nos presentan también obligaciones ineludibles, sobre todo a  la hora de escoger un sistema delante de otro. Los que más mandan en las empresas a menudo delegan algunas de estas obligaciones, equivocadamente, a  personas de un conocimientos más técnico y, desde este punto de vista, con una opinión mucho más informada. Y es que hay cosas que no se pueden delegar tan fácilmente, al menos sin ser mucho más inquisitivo sobre lo que el supuesto sistema informático hará para la Dirección, que es una cosa normalmente diferente del número de virguerías que es capaz de hacer, tanto si las necesitamos como si no.

Antes de meterme de lleno en el tema apuntado, permitidme una digresión por las diferentes palabras, acrónimos, etc. con los que se ha conocido este mundo de  la  informática, porque de algún modo ilustran porque a veces en el máximo nivel no se hace lo que toca cuando es el momento. Naturalmente no seré exhaustivo; tocaré, como de costumbre, aquellos que sirven al que quiero explicar. Para entendernos, usaré las siglas inglesas.

Empezaremos por los “Data Processing Systems”. La tecnología se había ampliado y era capaz de acometer el tratamiento automatizado de las cantidades ingentes de datos que hasta entonces habían constituido el dolor de cabeza de las grandes organizaciones. La utilidad de ello era tan obvia para cualquier que hubiese tenido la responsabilidad de hacer estadísticas, procesar el censo, manejar los datos de una gran corporación, etc. que el nombre genérico era lo suficientemente revelador del mundo de posibilidades que había detrás. Lógicamente, tras algunos abusos, tener impresoras que imprimían muy de prisa cantidades inmensas de datos que después nadie era capaz de leer, llegamos a la constatación de que tenemos muchos datos pero no tenemos la información que necesitamos.

¡Oh! Hemos llegado a los “Information Systems (IS)”. Y empezamos a  hablar de sociedad de la información, de la mano de la explosión de cadenas de  TV, radio, Internet, etc. Parece que vamos por buen camino. Los que llevan las riendas de las organizaciones, que parece que no se han dormido, dicen: sí, sí, muy bien, pero de toda la información disponible hay una, un subconjunto, que es útil para la gestión, y le añadimos una palabra al acrónimo anterior: “Management Information Systems (MIS)”. Parece que ahora empezamos a ver la luz, a ver si no nos perdemos.

El mundo continúa dándonos facilidades en hardware y software y, dando por supuesto que las necesidades básicas de información están cubiertas, empezamos a hablar de “Information Technology (IT)”. De alguna manera la criatura anda ella sola, incorporando incipientes PDA, etc. Adquiere entidad propia. Se sobreentiende que sin IT no podríamos vivir, y es cierto, y empezamos a obnubilarnos con la cantidad de gadgets  o artefactos a nuestra disposición, dando por supuesto que vamos por el buen camino. De una forma inclusiva empezamos a llamar “Information and Communication Technologies (ICT)” a  todo lo que rodea a ordenadores, programas, PDA, móviles, TV digitales, etc., que son nuestras “Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC)”. Ahora sí que sabemos de qué hablamos, pero hablamos de tantas cosas que nos podríamos perder.

La  palabra TIC, acertadísimo, incluye tantas cosas que a la hora de escoger un sistema para llevar nuestra organización nos podríamos hacer daño, porque: ¿quién nos guiará entre tantas posibilidades? Y llamamos a los técnicos, y  está bien, pero si los dejamos solos se podrían emborrachar y dejarse por el camino una idea que ha salido antes, aquella del MIS o Sistema de Información para la Gestión o la Dirección, que es irrenunciable.

Por esto deberemos tener claro que algunas cosas no las pueden decidir los técnicos solos a la hora de escoger un sistema informático. Es demasiado importante y condicionará demasiado la forma de trabajar de todo el mundo en nuestra casa como para quien más mande no deje claras algunas cosas y se asegure de que no le den gato por liebre. Naturalmente que necesitaremos asesoramiento para todo, pero hay unas cosas que las tendremos que decidir al máximo nivel, tanto asesorados como queramos, pero sin abdicar de nuestras responsabilidades.

La primera es: qué capacidades informáticas, de las muchas que hay, nos interesan en nuestra empresa. A los técnicos les puede gustar mucho todo pero necesitamos un sistema que informe a la dirección para tomar decisiones, no otra cosa. No lo podemos querer todo, por más que algunas virguerías dejen a nuestros informáticos deslumbrados.

La  segunda es: qué cosas necesitamos que estén centralizadas informáticamente y qué no hace falta, aunque pudiese estar bien. La empresa la debe llevar quien más manda, no debe funcionar al gusto de los técnicos, a no ser que coincida con los designios de la máxima dirección.

La tercera se deduce de las anteriores, y es en qué nos gastaremos el dinero en consecuencia. Quien paga manda. Si pagamos y no mandamos, después no nos quejamos.

Estas tres cosas forman parte del estadio inicial de decidir estratégicamente qué queremos. Después viene naturalmente la ejecución de la estrategia. Y se deberán continuar decidiendo algunas cosas al máximo nivel.

Y  así nos sale la cuarta: hasta qué nivel de  “perfección” queremos llegar al implantar, y esto dependerá naturalmente de lo que queramos lograr para la  empresa. Si se lo dejamos a los técnicos dependerá de sus gustos y de su talante más o menos perfeccionista, y estábamos hablando de nuestra empresa, no del juguete de los entendidos en TIC.

Finalmente citaría una quinta, última y capital: que el responsable de que todo se lleve a cabo en los mejores intereses de la empresa sea un ejecutivo o  responsable al más alto nivel, y no precisamente el responsable de informática, si es que tenemos. Se trata de asegurar que las cosas se hacen entendedoras para todo el mundo, que se construye un “Sistema de Información para la Dirección” y no otra cosa y, por lo tanto, que el resultado aporte el valor esperado para la Dirección. El motivo de este último consejo es la constatación de que la  mayoría de fracasos en la implantación de sistemas informáticos no reside tanto en que hay algo equivocado en los departamentos de informática y en los informáticos como profesión (creencia muy extendida: “son todos una pandilla de  hijos de  su madre…”), sino más bien en la manera que los ejecutivos no informáticos gestionan los cambios organizativos que son posibles gracias a  las TIC.

El problema siempre acaba siendo pensar que los técnicos en informática o los consultores externos que nos vienen a ayudar a poner sistemas harán que acabemos de instalar funciones, mientras que nosotros podemos dedicarnos a  nuestro trabajo de cada día, que es mucha.

Ningún sistema es bueno si no lo hacemos funcionar implicándonos, cambiando nuestros procesos, etc. Es como aquello de que “la  guerra es demasiado importante como para dejarla en manos de militares”. Aquí pasa alguna  cosa parecida, “nuestros procesos son demasiado importantes como para dejarlos en manos de técnicos”; es más sensato reservarnos la capacidad de  decidir qué es capital, liberándolos a ellos para hacer mejor su tarea, que es implementar los que se les encomiende y hasta dónde se les encomiende.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
24/06/2008

jun 202008
 

Ya hace unos meses que se ven los efectos del cambio del ciclo económico; en algunos sectores de forma muy incipiente, en otros de forma rotunda.

Observa tu mercado: ¿no está afectado directa o indirectamente por la crisis del sector inmobiliario, por la crisis financiera o por la reducción del consumo? Piensa en los consumidores de la cadena de valor de la que formas parte, piensa en tus clientes, ¿no les afecta esto?

Realmente nos estamos dando cuenta de que existe un importante efecto de traslación en la crisis que estamos viviendo que está afectando de forma importante al mercado español. Otra cosa son aquellas empresas que tienen una sólida base de negocio en el exterior; el efecto puede existir, pero posiblemente será menos fuerte.

Por lo tanto, debes dar un paso al frente. Reconoce la situación. Cuanto más tardes, más posibilidades estarás perdiendo. Los beneficios perdidos no se recuperan. No te encomiendes a la idea de que la situación cambiará. Haz tu previsión contando en negocios ciertos y no en expectativas inciertas.

Tu entorno ha cambiado. Revisa tu visión y tus estrategias. Como consecuencia, reestructura tu empresa de forma adecuada para hacer factible las nuevas estrategias. Pero no te olvides de convencer a tu personal de la necesidad de cambio para que todos empecéis a ejecutar y gestionar de forma diferente. Es el momento de afinar mucho más en la gestión para que ésta sea una fuente importante de consecución de beneficios.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Junio 2008

may 252008
 

No pasa semana que no observe o me cuenten algún desaguisado con relación a alguna persona de alguna organización que no cumple las expectativas o que directamente está echando por tierra la labor esforzada de sus compañeros. Consecuentemente uno tiene ocasión de reflexionar a menudo sobre el difícil problema de escoger compañeros de viaje. Dicho así en general, porque de lo que en realidad se trata es de poder conocer de antemano a las personas, de forma que cuando nos asociemos con ellas, sea en la vida privada o profesional, no defrauden las expectativas que en ellas vamos a poner.

Empíricamente podríamos decir que el problema no tiene una solución conocida, por lo menos a la vista de tanto fracaso continuado en las interrelaciones humanas (baste consultar el índice de divorcios). Personalmente creo que no hay método infalible. Y probablemente llevan razón quienes afirman que el día en que se disponga de métodos técnicos, científicamente contrastados y fiables para averiguar de antemano cómo es una persona, y por ende deducir si conviene o no a nuestros propósitos, esos métodos serán ilegales por la invasión de la intimidad de la persona.

De momento, en el entorno profesional disponemos de una serie de herramientas como psicólogos industriales, empresas especializadas en selección, etc., cuyo uso sensato junto con nuestro sentido común sin hacer dejación de las propias responsabilidades (“porque el psicólogo ha dicho…”) realmente minimizan los posibles daños. Dicho de otro modo: lo que no está a nuestro alcance nos afectará de todos modos si la estadística nos es desfavorable; no suframos con ello. Pero continúa habiendo cantidad de cosas que dependen de nosotros mismos y por tanto podemos mejorar al escoger nuestros colaboradores, en cuyas manos pondremos una parte (o casi todo, según el tipo de asociación) de nuestro futuro profesional.

Es realmente muy difícil ver que uno se engaña a sí mismo escogiendo personas o decidiendo darles confianza en algo mientras el proceso de evaluación o decisión se está llevando a cabo. No obstante a posteriori, aunque nos pese, somos capaces de admitir nuestro error e incluso, en algunos casos, de identificar qué nos cegó. Por lo menos yo recuerdo algunas decisiones mías que resultaron en fracaso y en las cuales yo disponía de antemano de información más que suficiente para inferir lo que era probable que ocurriera (como acabó ocurriendo). Pero, como ocurre con frecuencia, en el proceso o momento de tomar la decisión me negué a aceptar lo que la evidencia indicaba y decidí fiarme de las personas, en lugar de hacerlo de los indicios, por más claros que fueran.

He hecho esta confesión como aclaración previa, ya que ahora me dispongo a enumerar errores comunes observados en los procesos de selección, que es en realidad el propósito de este artículo. Que quede claro que lo hago también desde el recuerdo de los propios fracasos, que es en lo que consiste la experiencia realmente. Existen muchos mecanismos mediante los cuales nos autoconvencemos de que estamos tomando la decisión correcta. Vamos a enumerar algunos de los observados, sin pretender en modo alguno un análisis psicológico del proceso de decisión.

El caso observado más a menudo es el de convertir las entrevistas con los candidatos a un puesto en una sesión de autocomplacencia y propaganda de la maravillosa organización que tenemos. Está bien estar orgullosos de nuestros logros y probablemente algo de esto hay que hacer en las entrevistas. Pero, siendo la selección una cosa difícil de por sí que requiere obtener el máximo de información sobre el candidato, invertir el tiempo reducido de la entrevista en hacer que se entere de dónde está en lugar de enterarse de quién tengo delante, no parece lo más prudente. Los buenos candidatos vendrán a las entrevistas documentados. Una breve puesta en contexto, de la información que ya deberían poseer, ha de bastar. En el futuro nos diremos “quién iba a pensar que fulanito…”, pero convenientemente silenciaremos que en la entrevistas en lugar de hacerle hablar a él le explicamos cuán maravillosos éramos nosotros.

Otra cosa que pasa, espero que cada vez menos, es que al buscar una persona para hacerse cargo de algún negociado de nuestra casa donde hay algún problema de autoridad o disciplina, nos parece que algún rasgo autoritario o peor del candidato ya nos puede convenir, “ahora se van a enterar…”. Por supuesto que se van a enterar; hasta nosotros nos enteraremos. Tener una selección exitosa es difícil, fallida es mucho más fácil. Si queríamos un “cabroncete” no nos quejemos después de tenerlo con nosotros.

El error más frecuente consiste en creer que se nos da bien; “yo los calo en seguida…”. Digamos que con la selección de personal nos atrevemos todos. Pasa algo parecido que con la organización, de entrada tampoco se necesita a ningún técnico para organizarse. En el caso de la selección, por algún motivo hay quien acostumbra a acertar y quien acostumbra a errar. Me atrevería a aventurar una teoría, pero no viene al caso pues sería largo; lo importante creo que es reconocer el hecho y contar con la contribución o la echada de ojo de aquellos en quienes confiemos. Una medida de prudencia dice que para posiciones importantes contemos con la asistencia de un psicólogo industrial, o que directamente encarguemos la selección a un gabinete especializado. Puede hacernos reflexionar sobre aspectos que no hubiéramos considerado. Pero no nos equivoquemos, el empleado lo tendremos nosotros, ni el gabinete ni el psicólogo. La decisión la debemos tomar nosotros, no nos valdrá el que alguien tuviera un informe psicotécnico impecable. Este sería otro error, confiar la selección exclusivamente a profesionales.

Otro error tiene que ver con nuestro buen hacer profesional: contratamos a alguien mucho más barato que la otra opción disponible y que hará el mismo trabajo, porque entendemos mucho y “a nosotros no nos la dan”. Realmente no nos la dan; nos la damos nosotros solitos. Hemos visto operaciones fallar porque aquellos a quienes contratamos para hacer el trabajo no respondían a las expectativas. En algunos casos llegando a arruinar la carrera de quien supuestamente los puso allí para que colaboraran con él.

Finalmente, como tributo a uno de los jefes más competentes que he tenido en mi vida profesional, uno que realmente ayudaba a sus colaboradores a entregar lo mejor de sí mismos (ver “HDB” en el artículo sobre El Sistema HOI del 26 de noviembre de 2007), voy a recordar dos consejos que me dio mientras llevábamos a cabo la selección para poner en marcha una planta de producción. El primero fue: “Nunca contrates a nadie que no necesite trabajar”; cuánta razón. El segundo fue a raíz de contratar determinadas posiciones de ingeniería, que él consideraba claves. Dijo que quería ver a los candidatos personalmente. Llegado el momento me dijo: “He cambiado de idea, no voy a entrevistarlos. Van a trabajar para ti, o sea que escógelos bien porque si no tú tendrás que hacer su trabajo”. Todavía más razón: no pensaba concederme excusa alguna, como se ha insinuado a lo largo de todo el artículo.

Genís Barcons
Consultor de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
25/05/2008

may 202008
 

Ya nadie lo esconde. Ya se puede decir en voz alta. Algunos sectores están en crisis y otros se enfrentan a fuertes incertidumbres. Obviamente, algunos no se ven tan afectados.

Ahora bien, ¿sabremos combatir la crisis? ¿sabremos adaptarnos a la nueva situación del mercado? No es fácil. Muy a menudo nuestras empresas cuentan con equipos humanos que se han acostumbrado a dirigir, gestionar o ejecutar en una coyuntura positiva. Hacía muchos años que no nos encontrábamos en una situación como la actual.

Éste puede ser un problema mayúsculo en el momento de reaccionar. Muchos no han vivido una situación parecida y otros se han olvidado después de tanto tiempo. Identifiquémoslo como un punto débil de muchas empresas de hoy. ¿Cómo lo atacamos? Evidentemente debemos hacer pasos firmes para hacer reaccionar a nuestro personal y estar seguros de que estén preparados para ejecutar de una forma diferente a lo que lo hacían. Seguramente necesitarán mucha ayuda.

Por lo tanto, seamos conscientes de la realidad: ¿nuestro equipo humano sabe lo que es una crisis?, ¿lo que puede comportar?, ¿qué hay que hacer diferente que antes?, etc. En definitiva ¿REACCIONARÁN? Si no reaccionan, la empresa no podrá afrontar de forma adecuada la crisis.

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Mayo 2008

abr 252008
 

Hoy me gustaría reflexionar sobre un aspecto clave para una empresa, sobre todo para aquellas que han crecido y perciben que todo no se puede gestionar ni controlar como se hacía anteriormente.

Os lanzo una pregunta: ¿Os imagináis que pasaría en una sociedad o en un país como el que vivimos sin leyes? ¿Os imagináis un país como el nuestro sin controles?

Seguro que al inicio de las sociedades no hacían falta estas leyes o estos controles, aunque seguro que pronto desarrollaron un sistema en el que se estableció, o todos entendían, qué era lo que estaba bien y lo que estaba mal (valores) y también cómo debían de hacerse las cosas. También, seguramente, existía algún patriarca o jefe que controlaba que esto se aplicara.

Me gustaría que cogierais este ejemplo y lo aproximáramos al mundo empresarial. En las empresas, cuando se inician o cuando son pequeñas no es necesario establecer demasiados procesos, demasiadas normas ni demasiados controles. ¿Por qué? Porque existe un jefe que puede estar más o menos controlándolo todo y todos pueden saber más o menos lo que hay que hacer y cómo. No supone mucha dificultad y los que empiezan la empresa se encuentran debidamente implicados y aleccionados.

Ahora bien, qué pasa cuando una empresa crece. Es necesario establecer: procesos, normas y controles. Si no lo hacemos, deberemos poner muchos jefes. Pero cuidado cuando se abusa de jefes; a menudo lo que se fomentan son los reinos de taifas y diferentes formas de hacer no alineadas entre departamentos.

Por lo tanto, os propongo que fomentéis en vuestras empresas el establecimiento de procesos, normas y algunos controles para estos.

Los procesos y las normas permiten que tengamos unas leyes comunes que garantizan que apliquemos unos pasos y principios para llegar a un objetivo. Todos los conocemos y entendemos que están por encima de personalismos, por el bien de la empresa. También sabemos que podemos cambiarlos.

Los controles garantizarán que cuando alguien aparte la vista no se despreocupe de los procesos y las normas que se establecieron y pueda controlar que se siguen realizando y que están dando los resultados previstos. Si no es así, toca revisarlos y mejorar.

Creedme, las leyes (procesos y normas) y los controles nos ayudan a convivir, también en la empresa.

José María Llauger
Gerente y director técnico de Aicon Consultores de Gestión, S.L.
25/04/2008

abr 202008
 

Este mes quiero anunciaros que hemos incorporado una nueva línea de actividad en AICON, la distribución e implantación de un ERP (software de gestión empresarial).

Después de muchas propuestas que nos han realizado diferentes empresas para que representáramos sus productos, finalmente hemos decidido lanzarnos a esta aventura.

Siempre hemos apostado por mantener una posición independiente, de análisis de alternativas y recomendación de aquella que mejor se ajuste a las necesidades de cada empresa, y así queremos continuar. Ahora bien, como todos sabemos, el proceso de implantación es crítico para valorar la bondad de una herramienta informática. Por esta razón, ya desde hace algún tiempo fuimos incorporando algún software. Primero fue Sixtina BSC, Sixtina ABCosting i Sixtina BI. Ahora le toca el turno a ERP Geinprod. Creemos que podemos aportar experiencia y conocimientos en la implantación de este software de gestión empresarial.

El ERP Geinprod incorpora diferentes módulos capaces de integrar todo el sistema de información y gestión de la empresa, desde la gestión comercial y contable hasta la productiva. Además, incorpora módulos más específicos como cubos de información, sistema de gestión de los procesos organizativos de la empresa (BPM), etc. Por lo tanto, se trata de una herramienta muy completa que consideramos se adapta a las necesidades de muchas pymes.

En AICON ya tenemos dos empresas que disponen de este ERP. De hecho, fruto de estas experiencias hemos conocido y profundizado en la relación con su fabricante, la empresa Geinfor.

¡Esperamos seguir aportándoos valor también con esta nueva actividad!

José María Llauger
Gerente de AICON Consultores de Gestión, S. L.
Abril 2008

 Posted by at 17:44